martes, 15 de marzo de 2011

Llamas en el desierto

Llamas en el desierto
La falta de libertad, una economía rentista, corrupción elevada, poder continuo y centralizado...
CARLOS MACHADO ALLISON |  EL UNIVERSAL
martes 15 de marzo de 2011  
Para sorpresa de muchos gobiernos y analistas, ha surgido en el Medio Oriente un movimiento social muy particular. A pesar de las grandes diferencias culturales, algunas cosas parecen obvias. La primera de ellas es que el protagonismo en las protestas contra los viejos y corruptos gobiernos, procede de las capas más jóvenes y mejor educadas de la población, en alianza con los trabajadores urbanos. En efecto, a pesar de las enormes restricciones que los caudillos habían impuesto, los dólares del petróleo y otros ingresos elevaron el ingreso de Bahrein, Libia, Irán y Túnez y en menor grado los de Egipto y Yemen. El índice de corrupción de Transparencia Internacional ubica a estos países en las posiciones 46 (Bahrein), 65 (Túnez), 111 (Egipto), 130 (Libia), 154 (Yemen) y 168 (Irán). Venezuela ocupa la nada honorífica posición 162. 

¿Qué tienen en común? 

También sorprende la diversidad de los gobiernos, civiles en Egipto y Túnez, una feroz dictadura militar alimentada por el petróleo en Libia, una teocracia autoritaria en Irán y un Gobierno que ya dura 31 años en Yemen, el país más pobre de la región. ¿Qué tienen en común salvo la religión dominante?: pues la falta de libertad, una economía rentista, corrupción elevada, poder continuo y centralizado y negación de oportunidades a una juventud con mayor nivel educativo y acceso a información sobre lo que ocurre en el mundo occidental. Allí, donde existe alternabilidad en el gobierno, justicia y tolerancia. Cuatro de estos cinco países se han declarado socialistas en algún momento. 

Frágil 

Gadafi lleva 32 años en el poder. Saleh 31 (Yemen del Norte) y 21, del actual Yemen. El Gobierno de Mubarak casi cumplía 30 cuando fue depuesto. Ben Alí mandó por 24 hasta que los tunecinos lo hicieron huir de la capital. Los ayatolas de barbas blancas, con sus políticos asociados son el poder único en Irán desde 1979. La familia al Khalifa domina Bahrein desde 1796 y en calidad de reinado o emirato hereditario desde 1971. En tres de estos países, la "conciencia nacional" es frágil. Libia es el resultado de la imposición europea y la alianza, a trompicones, de varias tribus. Yemen ha sido escenario de conflictos en las tribus del Norte y del Sur. Bahrein nace en 1971 tras haber sido una colonia británica y casi una dependencia de Irán. Pero Egipto e Irán tienen larga historia y en sus respectivos momentos, fueron los países más poderosos del mundo antiguo, hoy figuran entre los más corruptos. 

Aquí, estudiantes y obreros también son protagonistas. Desde huelgas de hambre hasta expresiones de indignación han obligado al Gobierno a dar órdenes a los tribunales para poner en libertad a varios ciudadanos. Pero persiste su solidaridad con Gadafi, los Castro, Lukashenko y el Gobierno iraní, formando una suerte de confederación de gobiernos autoritarios y en su mayoría, muy corruptos. Todos odian a las democracias occidentales, quizás porque en ellas, la corrupción es baja y el sistema judicial eficiente y autónomo

martes, 1 de marzo de 2011

Para los egresados de la UCV

Para los egresados de la UCV
Serán funcionarios del ministerio los que decidirán qué proyectos se aprueban
CARLOS MACHADO ALLISON |  EL UNIVERSAL
martes 1 de marzo de 2011  12:00 AM
Mensaje válido para todos los egresados de las universidades autónomas de Venezuela y también para quienes han sido sus proveedores, amigos, padres y empresas beneficiadas por contar entre sus empleados y directivos a exalumnos de nuestras principales casas de estudio. Vale también para aquellos que hoy ocupan, y no son pocos, altos cargos en el Gobierno. 

Nuestras universidades autónomas viven mal momento. Acosadas en lo económico y en lo ideológico. Sus profesores, en especial aquellos que a tiempo completo o dedicación exclusiva no cuentan con más ingresos que su salario, se han empobrecido en forma dramática en los últimos cuatro años. También han envejecido y el presupuesto actual determina un congelamiento de cargos que no permite la captación de nuevos docentes e investigadores, tampoco la renovación de equipos, dotación de laboratorios y bibliotecas. Migran hacia el exterior muchos talentos jóvenes que no ven futuro en la docencia y en la investigación. Además, una de las últimas fechorías de la Asamblea saliente fue modificar la Ley de Ciencia y Tecnología para asegurarse que los aportes que percibían nuestras máximas casas de estudio a través del vínculo con las empresas, ahora vayan al fisco nacional. 

Serán funcionarios del ministerio los que decidirán qué proyectos se aprueban, pero la ley los califica de entrada, serán aquellos inscritos en los planes del Gobierno. La calidad no importará, sólo la orientación ideológica. 

Un país sin universidades autónomas, públicas o privadas, está condenado al atraso. Un país con profesores más preocupados por el precio del mercadito quincenal que del acontecer de la ciencia mundial, rodará cuesta abajo hacia la mediocridad. Un país donde la figura del docente es respetada, donde la obtención de maestrías y doctorados es algo importante, donde el egresado se lleva con orgullo un diploma a su casa, es un país con futuro. 

En muchos países buena parte del financiamiento de las universidades procede de las donaciones que hacen sus egresados. Desde edificios hasta bancos en los jardines están etiquetados con sus donativos. Becas y cátedras, laboratorios "dotados" por empresas o individuos que en algún momento de sus vidas decidieron compartir con su Alma Mater los ingresos obtenidos gracias a su formación. De la UCV han egresado decenas de miles de profesionales en los últimos cincuenta años y, usted amigo lector y egresado de la UCV, no puede dejar la defensa de la institución exclusivamente en manos de los profesores, estudiantes, empleados u obreros activos en este momento. Recuerde, amigo egresado, antiguo alumno, que sin pago alguno recibió los beneficios de su educación, que desde su creación en el siglo XVIII, o desde sus estatutos republicanos en el XIX, han pasado muchos gobiernos, pero nuestra máxima casa de estudios sigue presente. 

Contribuya a que siga allí, nunca arrodillada, venciendo sombras con la luz que emana de sus aulas. Vale para todas nuestras universidades.