lunes, 6 de julio de 2009

Votos y soberana paradoja

Votos y soberana paradoja

Carlos Machado Allison

Junio de 2009, Diario El UNIVERSAL

El gobierno ha repetido hasta la saciedad que sus objetivos en materia alimentaria son la soberanía y la seguridad. También, que para lograr esos objetivos deben acabar con el latifundio, las tierras ociosas, los especuladores, etc. A todo esto, amen del desarrollo endógeno, le han dado a la alimentación un valor estratégico y con tal palabreja justifican la injerencia del gobierno en la producción, transporte, procesamiento y distribución de alimentos. También en la importación de los mismos. Para lograr esos objetivos, ha gastado y sigue gastando un montón de petrodólares.

Nueve años de ésta política y resultados poco halagadores. En 1999 Venezuela importó productos agrícolas por 1.643 millones de dólares y exportó 416 millones. Para el 2006 las importaciones superaron los 3.100 millones y las exportaciones se redujeron a menos de la mitad (183 millones). Con el chorro de dólares esto no importó mucho y en el 2008 las importaciones agrícolas superaron los 7.000 millones. En nueve años la soberanía alimentaria sufrió un descenso de 456% y la seguridad alimentaria tuvo un repunte del 15 ó 20%. Resultó ser un negocio poco patriótico y bastante costoso.

¿Por qué un gobierno socialista se hace tan liberal? ¿Será que están aplicando fórmulas del Banco Mundial o será que entendieron lo dicho en CEDICE? No creo que haya ocurrido una mutación tan profunda. Pienso que por encima del socialismo del siglo XXI, se encuentra el pragmatismo del siglo XX. Ocurre que seguridad alimentaria mata soberanía, porque hay más consumidores (y electores) que productores y además es más fácil, bajo el clima que el mismo gobierno creó, garantizar la seguridad alimentaria mediante importaciones, que tratar de hacerlo –ruta más larga y compleja – con producción nacional. Así, el gobierno se puso soberanamente pragmático y colocó más poder en el Ministerio de la Alimentación que en el de Agricultura y Tierras.

Pero, entonces ¿cual debería ser la ruta más acertada? Porque seguir importando, sin límite, le permite al gobierno controlar un poco la inflación en el corto plazo, pero si no se estimula la producción nacional la dependencia crecerá y en el mediano plazo – que ya llegó- también la inflación ya que la demanda supera la oferta y muchos insumos van por la ruta del innombrable dólar permuta. Pero si se ve obligado a devaluar, la cosa se pondría muy fea. Cualquiera que medio conozca la naturaleza de las cadenas agroalimentarias sabe dónde está el equilibrio: (1) Fijar un límite a la intervención gubernamental en negocios donde el sector privado es más eficiente; (2) Establecer un diálogo abierto con el sector privado para elevar la producción nacional; (3) Hacer más flexible la política de control de precios; (4) Darle a los campesinos títulos firmes y plenos de propiedad; (5) Realizar un catastro nacional y crear un sistema de seguridad jurídica sobre la propiedad privada y (6) Concentrar los recursos en infraestructura. Si así procede, aumentará la producción nacional y la soberanía. Con mayor producción nacional e importaciones razonables y generación de empleo fuera del sector público, podrá acercarse a ese objetivo de soberanía y seguridad alimentaria. Es decir, más votos. En lo personal yo no quisiera que le dieran más votos, pero tampoco me satisface ver arruinado al país.

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