martes, 2 de julio de 2013

La Universidad

Carlos Machado Allison

El Universal, 17 de junio de 2013

Echarle mano a las universidades siempre ha sido un objetivo de los gobiernos totalitarios. Hacer que florezcan y apoyarlas, esencial para gobiernos democráticos y progresistas. Un historia muy larga para plasmarla en 3000 caracteres, pero casi todos los lectores saben donde se encuentran Oxford, Harvard, Cambridge y La Sorbona, otras de gran antigüedad y prestigio están en Italia, Alemania, Dinamarca, Francia, Suecia, Holanda, Suiza y Japón donde el nivel de vida es elevado y además generan, en concierto con el sector productivo, casi toda la ciencia y la tecnología del mundo. Un profesor ocupa una posición de prestigio, la sociedad aprecia y entiende cual es su papel. Su remuneración es adecuada, realiza su trabajo en un ambiente apropiado y cuenta con implementos para cumplir su misión.

Las universidades y sus profesores han sido acorraladas y hasta liquidadas por gobiernos que odian el conocimiento, científico o humanístico, abierto al análisis y la crítica que sólo puede realizarse en libertad. Cuando los nazis persiguieron a los profesores judíos, estos migraron hacia occidente; cuando en la Unión Soviética intentaron someter a los profesores al credo oficial, cientos migraron y una escuela rusa de geneticistas hicieron que la agricultura del Nuevo Mundo fuera tan exitosa que luego la Unión Soviética tuvo que importar los granos. A nuestras universidades llegaron exilados de la postguerra y de las dictaduras latinoamericanas.

Las universidades autónomas, junto al IVIC, producen el 81% de la ciencia del país, forman a los mejores profesionales y preservan el acervo cultural de la nación. Amable lector, pregúntele a su médico, dentista o abogado: ¿Dónde se graduó usted? Hágalo también con el ingeniero o el arquitecto, vea donde se graduó el historiador, el sociólogo o el literato. ¿Quienes construyen, producen o ponen a funcionar las industrias? Gómez las cerró, Pérez Jiménez hizo otro tanto porque no les gustaba la libertad. La paradoja es que los peores enemigos de la universidad obtuvieron, gratis, sus títulos en las casas que quieren destruir. Algunos hasta han sido profesores, pero domina el culto al ideal oficial: un montón de aulas, miles de estudiantes apiñados, sin laboratorios, bibliotecas, baños o exámenes de admisión, tomando carreras cortas mirando afiches del Che por doquier. ¡Así se hace Patria!

Que futuros médicos no tengan acceso al conocimiento moderno, que los odontólogos carezcan de equipos adecuados, que en los laboratorios de química o biología no existan reactivos o que en las carreras humanísticas no se puedan obtener textos y revistas, no importa. Que nuestros mejores docentes e investigadores malpagados y maltratados, estén migrando a Colombia, Chile, España, Francia o los Estados Unidos, tampoco les interesa. ¡Mejor que se vayan, ladra alguno de ellos, así no criticarán tanto! Para qué industria, agricultura y universidades si tenemos de los verdes para importar. Que tomen el avión en Maiquetía y así forjaremos un pueblo pobre, ignorante y sin papel sanitario.

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