martes, 20 de julio de 2010

Palo parejo


Carlos Machado Allison

Diario El Universal, 20 de julio de 2010



A pesar de su pasión por eventos, panteones y actos heroicos, el señor presidente y su equipo están empeñados en ser recordados como el peor gobierno de nuestra historia republicana. Tanto así, estimado lector, que si usted cree que ser el único o el más afectado, el más vilipendiado o agredido por el gobierno, permítame señalar que probablemente está equivocado. Los dueños del poder han distribuido sus agresiones de un modo bastante uniforme entre la sociedad venezolana y sus instituciones. La lista es impresionante e incluye sindicatos, universidades, productores agropecuarios, industrias y comercio. No se salvan la Iglesia Católica o los judíos, tampoco los profesores, empresarios, colegios profesionales, la educación privada, las gobernaciones, municipios, las policías locales, los usuarios del metro, los enfermos, médicos u hospitales. También cientos de miles de muertos, heridos, hurtados o secuestrados por el hampa. El Cardenal no es el único sobre el cual se ha descargado la ira del régimen.

Víctimas son 28,5 millones de venezolanos que sufren la incesante inflación, episodios de desabastecimiento de alimentos, escasez de medicinas o carencia de repuestos para vehículos. Cierto es que algunos que han recibido más palos que otros, así entre las 700 o más propiedades rurales intervenidas, recuperadas o expropiadas, han sido los productores de ganado bovino y caña de azúcar los más afectados, pero ahora les tocará su cuota de leña a los pequeños productores de hortalizas y frutas, no sólo por que les caerá una nueva decisión burocrática, sino porque muchos laboran tierras alquiladas. Miles de ciudadanos pobres sufren, día a día, el impacto de la furia rojita. Ni Santa Manuelita los perdonará.

Como Stalin y Mao pero con otro estilo, el actual régimen, también va contra la propiedad privada. Uniforme la verborrea de sus seguidores, que repiten dogmas y letanías para agredir o defenderse. Siempre comparan – como si eso fuera una justificación – sus desastres con alguno del pasado. Que si Iglesia Católica era terrible en los tiempos de la Inquisición, que si fueron los oligarcas quienes crucificaron a Cristo; que peor eran la SN y la GESTAPO que los actuales organismos de represión. Que si los gringos invadieron México en el siglo XIX, que también había corrupción en la IV República o que Páez era tan traidor como Henri Falcón. Los burgueses, escuálidos, oligarcas y ahora, también los curas del siglo XVIII, son los responsables de la crisis eléctrica, el dengue, la falta de agua y los “saboteadores” – el calificativo predilecto de Stalin cuando nunca se lograban las metas de producción- los que han acabado con el metro, los puentes y las carreteras. La Asamblea le dedica toda una sesión a la descalificación de la Iglesia, pero ni un minuto al desastre de los contenedores. No perciben que cuando la cuidadosa jerarquía eclesiática se manifiesta, es porque agua corre y suenan las piedras del río.

Foto: Anabelle Domínguez