jueves, 5 de abril de 2012

La mentira agrícola

La mentira agrícola

Si todo está tan bien ¿por qué eliminaron las barreras arancelarias el 4 de marzo pasado?

CARLOS MACHADO ALLISON |  EL UNIVERSAL
martes 27 de marzo de 2012
  
Una de las últimas actividades del ministro saliente fue la presentación de la Memoria ante la Asamblea Nacional. Corrían rumores sobre la insatisfacción de su gestión y el presidente Chávez llegó al extremo de hacerle un reclamo, casi público, que trascendió: quiero resultados, dijo. El Presidente angustiado por el fracaso de su política agrícola, arremete injustamente contra sus ministros, porque el mismo viene de las grandes decisiones del gabinete que preside y de la Asamblea que domina. Ministros y directores asustados inventan cifras para justificar la enorme masa de dinero gastada en la última década.

Las cifras oficiales han estado infladas y hay modos de verificación: la importación de alimentos, las cifras que manejan los productores o la disponibilidad de la agroindustria, los episodios de escasez, la inflación y las variaciones esperadas, entre un año y otro, de rubros que requieren, biológicamente, plazos mayores para que aumente la producción. Veamos algunos ejemplos: (1) De acuerdo a la Memoria el país produjo 637 mil toneladas de carne bovina y la realidad es que la producción nacional no llega a 300 mil. El MAT incluye, como producción nacional, a los animales importados que llegan a los mataderos y añade 1.000 millones de litros de leche que nadie encuentra; (2) En la fantástica Memoria la zafra de caña alcanzó 8,1 millones de Ton., cuando apenas rasguñó los 6 millones y fue necesario importar mucha azúcar y vivir episodios de escasez; (3) La producción de maíz según el MAT llegó a 2,1 millones de Ton., y los productores y procesadores la estiman entre 1,5 y 1,7 millones; (4) La de arroz fue de 845 mil toneladas, pero la misma no pasó de 750 mil y estamos importando de Guyana; (4) Lo fantástico llegó a límites nunca pensados al señalar que la producción de yuca superó las 750 mil Ton. y la de papa 554 mil, es decir, 400.000 Ton. de exageración; (5) Las cifras de tomate y cebolla fueron multiplicadas por dos, a las naranjas le agregaron 100.000 Ton., y así sucesivamente.

Cifras

Mientras que los conocedores del tema apuntan a una producción de 15,5 millones de toneladas, el ministerio informa que fueron 20 y el exministro dijo que en 2012 serán 24. Con buen clima, mejor precio a los productores, suministro de insumos a tiempo (se recuerda, con añoranza, a Agroisleña) y garantizando que no seguirán invadiendo, rescatando o capturando fincas, en el 2012 alcanzaremos 16 o 17 millones de toneladas. El Gobierno se prepara para superar los 6.350 millones de dólares gastados en importar alimentos el año pasado. Aplauden los productores de Brasil, Nicaragua, Guyana, Argentina y del Imperio mismo, beneficiarios de la política agrícola vigente.

Si todo está tan bien como reza la Memoria, ¿por qué eliminaron las barreras arancelarias el 4 de marzo pasado? ¿Será que ocurrió una conversión del socialismo profundo al neoliberalismo del siglo XXI en el alto gobierno? O tratan, a realazos, de evitar el desabastecimiento que tantos votos cuesta.

Venezuela en el Medioevo

Venezuela en el Medioevo

Una corte genuflexa que acompaña al rey con fidelidad, lo exalta y lo adora

CARLOS MACHADO ALLISON |  EL UNIVERSAL
martes 13 de marzo de 2012  12:00 AM
Hay tantos elementos de la vida medieval en nuestro país que parece lícito escribir un comentario. Cierto es que nuestra historia como nación moderna es reciente. Se nos fue el siglo XIX y parte del XX bajo caudillos primitivos. Sin la renta petrolera fuimos una sociedad rural y pobre, acostumbrada a los abusos del mandamás de turno. Fallecido Gómez, surgieron los primeros partidos que, como nuestras Constituciones, se inspiraron en lo ocurrido en Europa después de la Revolución Industrial con su clase obrera y modos de producción modernos que aquí no existían. Nunca tuvimos un Cromwell capaz de irrespetar al rey-dios, designado por la mano divina para ser dueño de tierras, almas y vidas, ni una revolución a la francesa ni una Constitución visionaria como la de Estados Unidos. Con Cromwell un rey perdió la cabeza, otro con la revolución francesa. Eventos dramáticos, cuyo mensaje era la demanda de los pueblos por un sistema representativo, un Estado de Derecho, libertad de expresión, una educación liberal y propiedad plena sobre la tierra, la vivienda o el cultivo.

El dueño

Aquí persiste parte de la Edad Media y de los siglos XV al XVIII: un mandamás se siente dueño del país, de su destino, de sus tierras y del alma de sus habitantes. Un pensamiento atrasado y conservador, autocrático y manipulador de las masas. Recuerda al rey-divino lanzando monedas o migajas al pueblo, con misas especiales para enaltecer su procedencia divina y asegurarle salud y pasaje al cielo. También se otorgaban, o se quitaban, ducados, condados o parroquias de acuerdo a los servicios prestados a la corona. La educación era una desgracia absoluta, los servicios públicos inexistentes y la salud, como la vida y la muerte, dependía del mandato divino o de la gracia del rey. Pues aquí, en última instancia, ocurre algo parecido. La justicia dispensada, a su arbitrio y conveniencia. La propiedad es de quien el rey disponga. Caminos llenos de bandidos donde la vida terrenal poco vale. Una corte genuflexa que acompaña al rey con fidelidad, lo exalta y lo adora, por encima de cualquier otro hombre. Difícil cabalgar con armadura, entre tanto hueco lo hacen con vehículos blindados, escoltas y chalecos más livianos y resistentes que las cotas de malla.

Mezclaron, en la marmita de un aquelarre demencial, las ideas de la Edad Media con otras tan atrasadas como aquellas. Cristo mezclado con Marx, híbridos de Mussolini con el Che Guevara, Bolívar el liberal transformado en líder comunista. El Cabito y los bandidos de la Revolución Federal, héroes de una supuesta gesta libertaria. Su imagen en carteles, en la televisión, suerte de Enrique VIII, pero sin Bolívar como fondo. Ya es tiempo de salir de la Edad Media y asomarnos, como se intentó en los años de la democracia, al siglo XXI. Ya no se cortan cabezas, ni se venden indulgencias, se hacen elecciones y se le ofrece al pueblo una vida mejor y más digna, plena de derechos, pero también de valores morales y obligaciones.