Noviembre de 2011
Los consumidores en Venezuela no sólo sufren la más elevada inflación del continente en materia de alimentos, sino también baja calidad y peor servicio. Muchos supermercados de Caracas están impregnados por malos olores, poseen depósitos de basura espantosos y sus empleados están mal entrenados en el manejo de los alimentos y peor aún en el terreno de las relaciones con el público. Los incidentes ocurren con frecuencia, a pesar que el consumidor venezolano es increíblemente pasivo y tolerante.
Detalles: (a) se repone la mercancía cuando los clientes son numerosos y se cierran algunos pasillos; (b) frutas y vegetales llegan una vez por semana y si no se conoce el día, el consumidor encuentra buena parte de las hortalizas de hoja marchitas; (c) he visto a empleados limpiar las bandejas donde están las frutas con el coleto previamente utilizado para limpiar el piso; (d) ¿Para qué tienen un empleado a la salida con un sello si ya posee una factura? Con frecuencia el consumidor colocó la factura en alguna de las diez bolsas de plástico y tiene que buscarla; (e) ¿Por qué le piden anotar el número de la cédula y el teléfono en la factura de una transacción con tarjeta de débito? Será para demorar la ya larga cola debido a que el número de cajeros es insuficiente; (f) ¿Dónde se ubican los gerentes de los supermercados? Nunca aparecen; (g) ¿Por qué colocan en los anaqueles papas, yucas, ñames, ocumos y batatas cubiertas de tierra? Hay países en que tan práctica está prohibida; (h) Con frecuencia encuentro que los carteles no corresponden a los productos, por ejemplo debajo de las piñas dice aguacate y debajo de los aguacates se encuentra el precio del melón; (i) No existe ningún empleado, en los grandes supermercados, dedicado a la atención del cliente: información, ubicación de los sanitarios, botiquín de primeros auxilios, teléfono público y así sucesivamente.
Sufrir las agresiones del gobierno es suficiente, para que también el sector privado se ensañe con el consumidor.
Carlos Machado Allison cubre temas relacionados a políticas agroalimentarias, ciencia y tecnología con énfasis en Venezuela, artículos de opinión publicados en diarios y publicaciones o estadísticas analizadas por el autor
domingo, 13 de noviembre de 2011
Candidatos y productores agrícolas
Candidatos y productores agrícolas
Un cambio, con la más alta prioridad, es garantizar los derechos de propiedad
CARLOS MACHADO ALLISON | EL UNIVERSAL
martes 8 de noviembre de 2011 12:00 AM
Nos aproximamos a la fecha en que se efectuarán las elecciones primarias y se va reduciendo, como era previsible, el número de candidatos. Ha sido un proceso democrático interesante donde no faltó ni calidad ni diversidad, y allí quedan las buenas ideas de quienes se han retirado.
Se reduce la lista de aspirantes, pero van surgiendo propuestas específicas que llenan el vacío que algunos críticos le hacían a la MUD. Quizás algunos no estaban al tanto que cientos de venezolanos, expertos en distintas áreas, iban nutriendo el proceso con planes e ideas para un nuevo gobierno. Unas por la comparación de las enormes carencias del actual con lo que se podría haber ejecutado con más sentido común y menos ideología, otras ejercicios prospectivos inspirados en las tendencias que caracterizan al mundo actual, y no faltan aquellas ajustadas a las realidades del país y a las demandas insatisfechas de los ciudadanos.
Un cambio, con la más alta prioridad, es garantizar los derechos de propiedad ya que la conducta del Gobierno ha limitado las inversiones y reducido la producción y el empleo. Ejemplos tangibles: la producción agrícola e industrial y la construcción de viviendas. Sin garantías sobre la propiedad es muy difícil desarrollar nuevos proyectos en áreas como la ganadería de carne y leche, la producción de caña de azúcar, café y cacao, así como frutales con ciclos largos como cítricos, aguacates o mangos. Tampoco están dispuestos los productores a innovar demasiado o invertir en tecnología, ni los industriales en nuevas plantas o los distribuidores en modernos establecimientos. De allí la elevada inflación, escasez y cuantiosas importaciones.
Están ahogados
Más grave, los pequeños productores están ahogados por el Gobierno al no poder ni alquilar ni enajenar sus parcelas, así como tampoco acudir a la banca privada porque no son propietarios de la tierra. Tampoco reciben entrenamiento y cuando se desarrollan canales de transferencia de tecnología, como Agroisleña, entonces el Gobierno los destruye. El Gobierno dinosaúrico, apenas les "permite", como en la Europa del siglo XIII, cultivar sus pequeños predios y sólo en rubros que algún burócrata supone importantes para el país. Además, con una absurda ley de ciencia y tecnología, y la agresión a las universidades, nos vamos quedando sin investigadores de calidad.
Como si fuera poco, el Gobierno fija los precios al productor y los "ajusta" cuando éstos se encuentran al borde de la quiebra como ha ocurrido con la ganadería y el café, el sorgo y otros productos. Donde el Gobierno no ha intervenido los precios, pero está en camino de hacerlo, no han faltado los productos: hortalizas, frutas, raíces y tubérculos. Aquí las carencias han sido otras, a veces insumos, con frecuencia problemas de riego y drenaje, inseguridad personal y caminos arruinados.
Candidatos de la oposición: manos a la obra que hay mucho que hacer para elevar la calidad del mundo rural, su producción y eficiencia
Se reduce la lista de aspirantes, pero van surgiendo propuestas específicas que llenan el vacío que algunos críticos le hacían a la MUD. Quizás algunos no estaban al tanto que cientos de venezolanos, expertos en distintas áreas, iban nutriendo el proceso con planes e ideas para un nuevo gobierno. Unas por la comparación de las enormes carencias del actual con lo que se podría haber ejecutado con más sentido común y menos ideología, otras ejercicios prospectivos inspirados en las tendencias que caracterizan al mundo actual, y no faltan aquellas ajustadas a las realidades del país y a las demandas insatisfechas de los ciudadanos.
Un cambio, con la más alta prioridad, es garantizar los derechos de propiedad ya que la conducta del Gobierno ha limitado las inversiones y reducido la producción y el empleo. Ejemplos tangibles: la producción agrícola e industrial y la construcción de viviendas. Sin garantías sobre la propiedad es muy difícil desarrollar nuevos proyectos en áreas como la ganadería de carne y leche, la producción de caña de azúcar, café y cacao, así como frutales con ciclos largos como cítricos, aguacates o mangos. Tampoco están dispuestos los productores a innovar demasiado o invertir en tecnología, ni los industriales en nuevas plantas o los distribuidores en modernos establecimientos. De allí la elevada inflación, escasez y cuantiosas importaciones.
Están ahogados
Más grave, los pequeños productores están ahogados por el Gobierno al no poder ni alquilar ni enajenar sus parcelas, así como tampoco acudir a la banca privada porque no son propietarios de la tierra. Tampoco reciben entrenamiento y cuando se desarrollan canales de transferencia de tecnología, como Agroisleña, entonces el Gobierno los destruye. El Gobierno dinosaúrico, apenas les "permite", como en la Europa del siglo XIII, cultivar sus pequeños predios y sólo en rubros que algún burócrata supone importantes para el país. Además, con una absurda ley de ciencia y tecnología, y la agresión a las universidades, nos vamos quedando sin investigadores de calidad.
Como si fuera poco, el Gobierno fija los precios al productor y los "ajusta" cuando éstos se encuentran al borde de la quiebra como ha ocurrido con la ganadería y el café, el sorgo y otros productos. Donde el Gobierno no ha intervenido los precios, pero está en camino de hacerlo, no han faltado los productos: hortalizas, frutas, raíces y tubérculos. Aquí las carencias han sido otras, a veces insumos, con frecuencia problemas de riego y drenaje, inseguridad personal y caminos arruinados.
Candidatos de la oposición: manos a la obra que hay mucho que hacer para elevar la calidad del mundo rural, su producción y eficiencia
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