lunes, 6 de julio de 2009

El origen de la agricultura y la Revolución del Neolítico

LA AGRICULTURA: UN EVENTO TRASCENDENTAL

“Neolítico” es el término acuñado para definir un período de nuestra historia en el cual la piedra además de ser labrada pasa a ser pulida, pero es la agricultura la que cambiará para siempre la forma de vida de los seres humanos. El hombre venía acumulando conocimientos y técnicas para preservar alimentos, entre ellos la cocción, ahumado y salado de los mismos. También se acumularon conocimientos sobre las épocas de fructificación y formación de las semillas de las áreas que recorrían. Otras observaciones sobre germinación y floración concluyeron por introducir en la cultura del Neolítico, conocimientos sobre las plantas cuyos productos explotaban, de allí a cultivarlas, sólo había un breve, más trascendental, paso.

Así como la agricultura vegetal tiene su origen en la explotación de los frutos de los plantas, la domesticación nace de la ubicación de grupos humanos en la proximidad de grandes manadas. El hombre intenta “cosechar” animales en lugar de cazarlos. El uso de animales vivos como cebo o “reclamo” es aún practicado por muchos pueblos, de allí a intentar domesticarlos hay también un paso.

La Revolución Neolítica no constituye un evento simultáneo. A lo largo de 7.000 años, en forma independiente, el hombre comienza a cultivar y domesticar animales en distintos puntos del planeta. Como todos los grandes eventos tecnológicos, la agricultura es una solución a un problema reconocido con precisión. Algunos pueblos, en particular aquellos ubicados en zonas geográficas con clima uniforme, agua abundante y rica fauna y flora, nunca se hicieron del todo agricultores o pastores. Más aún, persisten algunas culturas aisladas que no fueron alcanzadas por este gran evento.

De allí que la agricultura se practicó primero en áreas donde la presión por obtener alimentos en forma regular era mayor. Era una solución a un problema vital en las áreas subtropicales y fue precisamente allí donde surgió. Trigo en el Mediterráneo, maíz en el altiplano de México, papa en los Andes, arroz en los altiplanos y en los deltas de los grandes ríos de Asia.

Los cultivos sólo tienen éxito cuando se combinan varias tecnologías y conocimientos: es necesario saber cosas sobre el clima, el suelo y la planta, controlar o aprovechar el agua, conocer la época adecuada para la germinación, fabricar surcos y construir herramientas. Las primeras evidencias de prácticas agrícolas han sido datadas entre 8.000 y 10.000 años a. C. Los recipientes para guardar el grano son una evidencia casi universal. Sutiles diferencias asociadas con el tipo de grano y las piedras, arcilla o fibras disponibles separan morteros para moler y los recipientes de Jericó y México, pero las soluciones son casi idénticas, a pesar de estar tan separadas en el tiempo y en el espacio.

Los productos más notorios del dominio de la tecnología agrícola son el comercio y la “ciudad”. Los cultivos, por una parte y los animales domesticados, producen por primera vez excedentes de alimentos en ciertas épocas del año. Hacia los campos de cultivo migran las personas y cuando hay más alimento de lo que se puede consumir, surge el intercambio comercial. La organización social se hace más compleja, aparecen los comerciantes y los almacenadores. Aparece también la necesidad de llevar algún tipo de registro.

Jericó (cerca de 8.000 a. C.) y Çatal Hüyüc (7.000 a. C.), descubierta por Mellart en 1951 y explorada entre 1961 y 1963, constituyen una sorprendente muestra de compleja urbanización. Evidencia de que ha ocurrido un cambio sustantivo, de hecho, una revolución. En un lapso breve, impulsado por la práctica agrícola, el hombre pasa de la cueva o de la carpa provisional, a la construcción de viviendas más permanentes. En Çatal Hüyüc el acceso a la casa se realiza por el techo gracias a escaleras de madera, las paredes se encontraban profusamente adornadas y en áreas especiales, quizás una suerte de santuarios, son notables las figuras animales y otros objetos indicativos de prácticas religiosas. Estas dos ciudades, una amurallada, la otra con casas diseñadas para impedir el acceso de extraños, albergan pocos habitantes. Un mural de Çatal Hüyüc parece representar un plano de la ciudad donde se distinguen unas 50 casas.

Un par de centenares de habitantes es un conglomerado humano reducido si lo comparamos con las megalópolis de nuestros tiempos, pero es una cifra considerable si la comparamos con las agrupaciones cavernícolas. Doscientas personas, requieren alrededor de 600 kg de alimentos y bebidas por persona y año, es decir 120.000 toneladas anuales. Para suplirlas, conservarlas y distribuirlas, es menester una compleja organización social. Mantener el orden exige, al menos, funciones personales definidas, códigos colectivos e individuales, un sistema de gobierno, almacenes y una organización para la defensa.

Tres eventos importantes marcan cada ciclo anual: la siembra, la cosecha y las decisiones sobre el excedente de alimento obtenido. La producción de granos, a diferencia del puntual superávit de carne generada en un feliz día de cacería, exige secado, almacenamiento y un sistema de distribución. Así mismo este tipo de asentamiento humano planteó nuevos y severos problemas. La necesidad de solucionarlos determinó el surgimiento de tecnologías entre las que destacan cisternas, canales de riego, vasijas de cerámica, barro, piedras y maderas mejor trabajados para la construcción de viviendas perdurables, el concepto de medida tanto para la distribución de grano como para el del espacio físico dentro del poblado. No menos importantes fueron los implementos para moler el grano y los hornos para cocinarlo.

Es difícil saber si la domesticación precedió a la práctica agrícola o fue a la inversa. En todo caso fueron complementarios. Disponer de animales domésticos, como el ganado vacuno, para obtener leche, halar o acarrear pesos elevados y como fuente directa de alimento, fortaleció ésta forma de vivir. De igual modo la agricultura exigió nuevas herramientas y las azadas de piedras y hueso que Garrod encontró cerca de Jerusalén constituyen nuevos e importantes inventos. La construcción de casas estimuló la creatividad y el resultado fue nuevas herramientas y nuevos materiales. Adoquines, escaleras, trabajo sobre la madera para construir puertas y ventanas, clavos y cuerdas para fijarlos. En síntesis, un profundo cambio técnico y social.

El experimento agrícola debió fracasar con frecuencia. Si bien es cierto que la inventiva humana fue estimulada y que pronto estas sociedades tuvieron a su disposición todo un nuevo bagaje tecnológico, también es cierto que ésta nueva economía tenía, y aún tiene, flancos débiles. El dominio incompleto de sus técnicas, la selección inadecuada del suelo, un pobre conocimiento del clima, plagas y catástrofes naturales, debieron haber condenado al fracaso a un gran número de los esfuerzos iniciales. Jericó y Çatal Hüyüc son ejemplos de los éxitos iniciales; de los múltiples fracasos, posiblemente nunca encontraremos mucha evidencia.

Fueron necesarios varios miles de años antes de que la agricultura y la vida sedentaria se impusieran como un modelo económico y social ampliamente extendido. Entre el año 3.500 a.C., con los pueblos mesopotámicos y el 1.200 a.C., con la cultura Olmeca en México y Las Shicras en Perú, un poblado más antiguo, aún bajo estudio, surgen asentamientos agrícolas en todos los continentes. La agricultura es más próspera en las riberas de los grandes ríos, como es el caso de Egipto y Mesopotamia y a la orilla de lagos y planicies de aluvión. Tras el trigo vendrán la cebada, el maíz, el arroz y las papas como productos básicos para la alimentación, luego vendrán otros elementos de la dieta y plantas productoras de fibras, aderezos y colorantes.

La Revolución del Neolítico hace destacar las diferencias entre geografías y culturas. Diez mil años después aún poseemos un planeta heterogéneo, un mosaico de culturas en distinto grado de evolución, que reflejan de algún modo las diferencias del entorno original. La revolución del Neolítico no ocurrió en un sólo punto de la geografía para luego irradiar hacia los demás continentes. Fue el resultado de muchos eventos independientes sobre substratos culturales con sus propias peculiaridades. Las culturas del trigo, del maíz o del arroz lejos de ser homogeneizadas por el uso de instrumentos y tecnologías dirigidas a un propósito similar, estuvieron aisladas durante milenios y evolucionaron por rutas culturales distintas.

Las tecnologías agrícolas no son las únicas novedades de éste período. Durante el Neolítico y antes del surgimiento de las grandes civilizaciones ribereñas del Medio Oriente y norte de África, se desarrollaron tecnologías médicas. Restos de cráneos trepanados ilustran una búsqueda de soluciones quirúrgicas durante éste período, y si bien no existen pruebas abrumadoras de ello, debemos suponer la existencia de ciertas técnicas básicas para la reducción de fracturas, entablillados y cierto tipo de vendajes. Las culturas neolíticas que sobrevivieron relativamente aisladas hasta nuestros días hacen uso importante de hierbas medicinales.

También, la conciencia sobre la vida y la muerte, característica única de nuestra especie, pronto determinó que la magia, la religión y la medicina se mezclaran y se compactaran en una nueva artesanía. La temprana mixtificación de las actividades que giraban en torno a la salud y la muerte, las dificultades intrínsecas al claro entendimiento de las raíces biológicas de la enfermedad, hicieron lento el progreso de las tecnologías médicas en relación a otras disciplinas. Resulta realmente paradójico, pero en el fondo explicable, como las culturas antiguas lograron tal dominio técnico sobre ciertos materiales inertes, mientras que por miles de años el sufrimiento de los vivos y la muerte fueron materia exclusiva de la magia y la religión.

En el primer caso, el hombre se enfrentó a materiales simples, logrando resolver algunos principios físicos básicos, avanzó en forma acelerada creando tecnologías cada vez más elaboradas. Pero al abordar los problemas del cuerpo humano, la complejidad de la maquinaria biológica, el temor a lo desconocido y la misma conciencia de ser, pasaron a constituir barreras que serían vencidas muy lentamente. No menos importante fue la mayor facilidad para experimentar con plantas o animales, que hacerlo con sus congéneres.

Debemos volver sobre el efecto de la agricultura sobre la organización social. El cazador, nómada o residente temporal, vivía bajo una situación de déficit alimenticio continuo que lo obligaba a dedicar una elevada proporción de su tiempo a la búsqueda del sustento diario. Vive en un mundo simple y relativamente restringido. La agricultura genera por primera vez un superávit. También estimula la creación de un mundo de certidumbres temporales, de plazos y metas que deben ser satisfechas sobre lapsos bien definidos. Hay un tiempo para sembrar y otro para cosechar.

El tiempo adquiere un sentido distinto y la rítmica secuencia de siembra y cosecha abre unos espacios, a veces prolongados, que quedan disponibles para pensar, para buscar soluciones a los problemas más pertinentes. Con la agricultura reciben un poderoso impulso la alfarería, la cestería y otros usos de fibras vegetales. La agricultura implica igualmente manejo de información, contabilidad, almacenaje y criterios de distribución. Con ella también nace la propiedad de la tierra, la herencia y las relaciones contractuales. El arte de conducir a un grupo, lo que hoy llamamos gobernar, también se hace más complejo. Ya no era suficiente ser ágil, fuerte y carismático, ahora el conductor también necesitaba tener capacidad para contar, medir y organizar.

Un respaldo confiable y permanente a la palabra, es la gran motivación para el invento de la escritura y las primeras formas de notación matemática, dos tecnologías que impulsan la integración cultural y el paso de información de una generación a otra, esenciales para la construcción del mundo contemporáneo. El superávit induce al surgimiento de la profesión de comerciante y pronto esa actividad, se expandirá incorporando transacciones entre poblados distintos. El intercambio comercial determina, además de transacciones con productos, flujo de soluciones tecnológicas e intercambio de patrones culturales. Quedan sembradas las bases para el desarrollo de las primeras grandes culturas.

Notas breves: Venezuela e Inflación en alimentos


En los últimos cuatro años la inflación en los alimentos
en Venezuela ha sido la mayor del continente, tanto que cifras del 30% anual no han sido raras. Éste fenómeno poco ha tenido que ver con las oscilaciones de los precios internacionales de 2007 y parte de 2008 estimuladas por el incremento y abatimiento en el precio del petróleo. Obedece fundamentalmente a que la demanda ha sido superior a la oferta y ésta ha sido baja debido a que las políticas gubernamentales han desestimulado la producción interna. Tal cosa ocurre por una serie de medidas como el debilitamiento de los derechos de propiedad, la compleja trama de permisos y otros documentos requeridos, control de precios y control de divisas. Entre 2004 y 2008 la importación de alimentos, medida en US$, ha aumentado considerablemente, tanto que en un país donde el valor promedio de los últimos 20 años ha oscilado alrededor de los 1.300 millones de US$ anuales (75 US$ por persona) en el 2008 la cifra alcanzó a 7.500 millones, más de US$ 250 por habitante.

Votos y soberana paradoja

Votos y soberana paradoja

Carlos Machado Allison

Junio de 2009, Diario El UNIVERSAL

El gobierno ha repetido hasta la saciedad que sus objetivos en materia alimentaria son la soberanía y la seguridad. También, que para lograr esos objetivos deben acabar con el latifundio, las tierras ociosas, los especuladores, etc. A todo esto, amen del desarrollo endógeno, le han dado a la alimentación un valor estratégico y con tal palabreja justifican la injerencia del gobierno en la producción, transporte, procesamiento y distribución de alimentos. También en la importación de los mismos. Para lograr esos objetivos, ha gastado y sigue gastando un montón de petrodólares.

Nueve años de ésta política y resultados poco halagadores. En 1999 Venezuela importó productos agrícolas por 1.643 millones de dólares y exportó 416 millones. Para el 2006 las importaciones superaron los 3.100 millones y las exportaciones se redujeron a menos de la mitad (183 millones). Con el chorro de dólares esto no importó mucho y en el 2008 las importaciones agrícolas superaron los 7.000 millones. En nueve años la soberanía alimentaria sufrió un descenso de 456% y la seguridad alimentaria tuvo un repunte del 15 ó 20%. Resultó ser un negocio poco patriótico y bastante costoso.

¿Por qué un gobierno socialista se hace tan liberal? ¿Será que están aplicando fórmulas del Banco Mundial o será que entendieron lo dicho en CEDICE? No creo que haya ocurrido una mutación tan profunda. Pienso que por encima del socialismo del siglo XXI, se encuentra el pragmatismo del siglo XX. Ocurre que seguridad alimentaria mata soberanía, porque hay más consumidores (y electores) que productores y además es más fácil, bajo el clima que el mismo gobierno creó, garantizar la seguridad alimentaria mediante importaciones, que tratar de hacerlo –ruta más larga y compleja – con producción nacional. Así, el gobierno se puso soberanamente pragmático y colocó más poder en el Ministerio de la Alimentación que en el de Agricultura y Tierras.

Pero, entonces ¿cual debería ser la ruta más acertada? Porque seguir importando, sin límite, le permite al gobierno controlar un poco la inflación en el corto plazo, pero si no se estimula la producción nacional la dependencia crecerá y en el mediano plazo – que ya llegó- también la inflación ya que la demanda supera la oferta y muchos insumos van por la ruta del innombrable dólar permuta. Pero si se ve obligado a devaluar, la cosa se pondría muy fea. Cualquiera que medio conozca la naturaleza de las cadenas agroalimentarias sabe dónde está el equilibrio: (1) Fijar un límite a la intervención gubernamental en negocios donde el sector privado es más eficiente; (2) Establecer un diálogo abierto con el sector privado para elevar la producción nacional; (3) Hacer más flexible la política de control de precios; (4) Darle a los campesinos títulos firmes y plenos de propiedad; (5) Realizar un catastro nacional y crear un sistema de seguridad jurídica sobre la propiedad privada y (6) Concentrar los recursos en infraestructura. Si así procede, aumentará la producción nacional y la soberanía. Con mayor producción nacional e importaciones razonables y generación de empleo fuera del sector público, podrá acercarse a ese objetivo de soberanía y seguridad alimentaria. Es decir, más votos. En lo personal yo no quisiera que le dieran más votos, pero tampoco me satisface ver arruinado al país.

El guayoyo y los chinos

El guayoyo (*) y los chinos

Carlos Machado Allison

Junio de 2009, Diario El Uuniversal

¿Qué tiene que ver el café con los chinos? Pues vamos a explicarnos: en los próximos meses tendremos, una vez más, desabastecimiento de café. Hace dos años nuestro gobierno explicó el desabastecimiento por las dificultades para adquirir alimentos en el mercado internacional debido a que los chinos, indios, brasileros, mexicanos e indonesios estaban comiendo más y mejor debido a que sus respectivos países progresaban. Pues resultó que aunque es cierto que todos ellos están comiendo mejor, los elevados precios estaban asociados al petróleo y cuando éste de desplomó arrastró también a los commodities, es decir maíz, arroz, leche en polvo, trigo y algunos otros. Pero esto no ocurrió con el café cuyo precio internacional es algo así como 100 dólares por quintal más elevado que el establecido por la regulación de precios vigente.

También ocurre que, por varias razones, climáticas, carencia de mano de obra y malas inversiones del gobierno (que gastó buena plata para incentivar la producción de café, pero como de costumbre apuntó mal) la producción reciente no es tan buena como la de otros años, será entre 20 y 30% inferior. Además el precio del café molido y tostado también está regulado lo que genera discordias entre los productores primarios y la industria, por la simple razón de que nuestros gobernantes no entienden como es ese negocio. Entre otras consecuencias tenemos ya un descenso en la calidad del café bien perceptible por el consumidor. “Ya nuestro café no tiene el aroma al que estábamos acostumbrados” es una frase frecuente entre los que apreciaban nuestro otrora excelente café de sombra y altitud. Pronto además de carne, importaremos también café.

China también viene al caso por el contraste entre las políticas de dos gobiernos socialistas. El nuestro galopa frenético hacia la China de Mao, aquella de hambrunas, extrema pobreza y feroz persecución contra disidentes; aquella de granjas colectivas, agroindustrias y sistemas de distribución gubernamentales con 1.086 productos regulados. La actual, ya por tres décadas consecutivas, practica un socialismo con reglas del mercado y estimula la inversión, tanto propia como foránea en la producción, procesamiento, distribución y exportación de productos del agro. Para el 2006 sólo quedaban 33 productos regulados y entre 1980 y 2006 el producto agrícola se multiplicó por diez. La producción agroindustrial de China se distribuye así: propiedad colectiva 3,6%, estatal 10,9% y privada 83,6% (Yang y Li, 2008: Revista Agroalimentaria, número 27). Si aún quedan agroindustrias colectivas y estatales es porque la liberalización en China se ha venido haciendo poco a poco.

El socialismo o comunismo chino del siglo XXI no considera que los intelectuales sean una plaga y mucho menos un azote, como nuestro flamante canciller describió a los invitados de CEDICE y jamás le pasará por la mente al primer mandatario chino atropellar públicamente a los jefes de las cortes o a los fiscales o montar un show mediático para ridiculizar a quienes tienen un pensamiento progresista, de avanzada y liberal, que en sus raíces se parece bastante más al de Bolívar, que a la bizarras ideas de quienes en su nombre, son enemigos acérrimos de la iniciativa personal, la propiedad privada y desde luego de la libertad de expresión.

(*) Guayoyo es una forma popular de preparación del café en Venezuela

Justicia ciega

Justicia ciega

Carlos Machado Allison

Abril de 2009, Diario El Universal

Dicen que la “justicia es ciega” y su símbolo es una figura femenina con una venda en los ojos. Significa que la “buena justicia” no distingue entre las personas, se aplica en forma equitativa y con el mismo rasero mide a todos los ciudadanos. Pero en Venezuela la justicia no es ciega, distingue nítidamente entre las personas y las clasifica en tres grandes grupos.

Para el primero de ellos, los afectos al gobierno, no sólo existe presunción de inocencia, sino que siempre son inocentes, aunque la culpa sea manifiesta. El segundo grupo está constituido por quienes en algún momento fueron afectos y al disentir, son tratados como traidores a la causa. El tercer grupo, formado por varios millones de personas, son culpables aunque demuestren su inocencia. Se trata de una estrategia simple y efectiva: quienes sigan sin discusión los mandatos y políticas del gobierno, pueden hacer lo que les venga en gana, para los demás, el reino del terror.

La historia de las infamias judiciales es larga. Ocurrieron en Roma, la aplicaron los tiranos persas, era práctica común en las dinastías faraónicas, fue sistemáticamente aplicada por la Inquisición. Los jueces nazis despojaron de bienes, o de la libertad, no sólo a los judíos, sino también a comunistas, periodistas, científicos o escritores. Trujillo la empleó de modo sistemático en la República Dominicana, Pinochet y los sátrapas argentinos no se quedaron atrás; Fidel ordenó juicios populares y sumarios que concluyeron en el paredón. Las palmas en éste particular se las llevaron Stalin con Vyschinsky como el teórico del sistema judicial y Hitler quien tuvo en Roland Freysler con su tribunal del pueblo, el Volksgerichtshof, su mejor alumno en la Alemania Nazi. El sistema judicial francés aún carga con la culpa del juicio a Dreyfus y Zolá escribió en 1898 al respecto: “Cuando un pueblo desciende a esas infamias, esta próximo a corromperse y aniquilarse”.

Concluida la purga de Stalin contra los opositores, le llegó su turno a los antiguos compañeros como Zinoviev, Trotsky, Rýkov, Bujarin, Kamenev y 154 generales. El caso más representativo fue el de Yagoda, el más cruel de los perseguidores, quien llevado a juicio como sus víctimas, terminó siendo fusilado. Del millón y tantos colaboradores directos de la revolución de 1917, unos 400.000 fueron eliminados. Una vez que la justicia deja de ser ciega, no hay garantías para nadie.

Han pasado los años, pero en buena parte del mundo persiste la desviación de la justicia. No se toleran los campos de concentración o las ejecuciones masivas, pero siguen existiendo los juicios políticos y el abuso de poder. Todos o casi todos los gobiernos del mundo están al tanto de los detalles del juicio que aquí acaba de concluir, de la carencia de pruebas, del interminable proceso y la increíble dureza del veredicto. El objetivo no eran los comisarios y los policías, tampoco lo es Baduel o Rosales, el objetivo es el pueblo venezolano y el mensaje es bien claro: tiemblen y obedezcan, pónganse de rodillas, guarden silencio, conviértanse en hombres nuevos y sumisos ¿Será así de fácil?

Odio y tierras ociosas

Odio y tierras ociosas

Carlos Machado Allison

Abril de 2009, Diario El Universal

Venezuela vive su peor momento desde la Guerra Federal cuando las bandas armadas de los caudillos, como hoy, estimulados por el odio, asolaban cultivos y se comían el ganado, mientras en las ciudades se debatía, con indiferencia, si era el centralismo o la federación el mejor sistema de gobierno. Siglo y medio después, el Centralista le tiende la mano al Presidente de la federación norteamericana y se abre al diálogo, mientras persigue con saña a gobernadores y alcaldes venezolanos. Aunque todos fueron electos, en un ejercicio de la democracia, a través del mismo procedimiento.

Luego, como si las propiedades públicas fueran parte de su patrimonio personal, un islote en el río Delaware, propiedad de la empresa venezolana CITGO, será donada al gobierno norteamericano para que sean ahora tierras ociosas, es decir destinadas a la conservación de la flora y la fauna. Mientras esto ocurre, el mismo día, el ministro Jaua anuncia la intervención, siempre con el apoyo de las fuerzas militares de asalto, de unas 40 fincas dizque por no estar dedicadas a la producción de lo que el gobierno -en su ignorancia perversa- cree conveniente. Siempre con el mismo, falaz e increíble argumento de las tierras ociosas. Después dirán, con Galeano, que la miseria latinoamericana es resultado de las acciones del imperialismo español, británico y norteamericano y no de la estulticia y el desprecio hacia nuestra propia gente.

Más fácil que dialogar, es mentir sin rubor, señalando que la mitad de las 2 millones y tantas hectáreas intervenidas están en producción o a punto de estarlo. Lo cierto es que en algunas fincas intervenidas ya se comieron desde los chigüires hasta las vacas, cazan venados y no pagan los préstamos porque carentes de conocimientos y tecnología, es poco lo que producen. Tan poco, que importamos, nuevo registro histórico, 7.500 millones de dólares de comida al año, seis veces más que en los tiempos de la cuarta república. De ser cierto lo señalado por el ministro, la producción debería haber aumentado en 30% y no en el escuálido 2 ó 3% oficialmente registrado. Cifra que además, si no fuera por los cereales que en algo han crecido, sería negativa, como ocurre con la carne bovina y las frutas.

Como corresponde a cualquier gobierno militarista, autoritario y conservador, ningún campesino pobre o mediano productor, de esos que si saben lo que hacen y contribuyen a que existan algunos alimentos en la mesa del venezolano, ha recibido títulos firmes y plenos de propiedad. Aquello de pan, tierra y libertad quedó para el olvido, porque la idea, animada por el odio, es otra. Las intervenciones no tienen nada que ver con la producción, son parte del plan: concentrar la propiedad en manos del gobierno y reducir al mínimo la correspondiente a los ciudadanos. Tiene bien claro el gobierno que la propiedad es el corazón de la libertad y que ésta sólo puede ser ejercida cuando se reduce la dependencia del gobierno, es decir cuando disminuye la pobreza.

Tanto que, otro ministro, el de planificación, se fue de bruces y lo admitió diciendo algo así como que “mientras existan pobres, habrá fermento para la revolución”. Así que para preservar ese fermento hay que mantener a buena parte de la población en la pobreza y reducir a esa condición a quienes, por tener algo, aspiran a la libertad.

Cinco al día

Cinco al día

Carlos Machado Allison

Marzo, 2009. Diario El Universal

Se trata de un programa, de hecho único en Venezuela cuyo objetivo es estimular a la población a comer mejor. Una iniciativa que surge, bajo la conducción de la doctora Marisol Tapia y otros investigadores del Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos de la UCV. Cinco al día deben ser las raciones de frutas y hortalizas que debemos ingerir, y enorme la evidencia de cuan importante es hacerlo. Éste programa tiene el apoyo del INN, CANIA-POLAR, Sociedad Anticancerosa, Gama, Cativen, Unicasa y otras organizaciones incluyendo a la OSP y la FAO.

Los estudios y estadísticas globales señalan que las principales causas de mortalidad y morbilidad actuales están asociadas a la obesidad, el sobrepeso y a la carencia de vitaminas, antioxidantes, fibra dietética y otros compuestos presentes en las frutas y hortalizas necesarios para mantener un buen estado de salud. Cáncer, diabetes y enfermedades cardiovasculares no sólo son las principales causas de mortalidad, sino también las que determinan costos crecientes de la atención médica. Comer frutas y hortalizas es una buena inversión, para las personas y para el gobierno.

La urbanización, fenómeno mundial, cambió nuestros patrones de vida y alimentación. Pasamos horas interminables en el tráfico, sentados en las oficinas y viendo televisión, mientras que nuestros hijos cada vez se ejercitan menos con excepción de los dedos, que teclean sin parar, celulares o videojuegos. La vida urbana nos induce a comer fuera del hogar y con rapidez, comidas de “conveniencia” y a veces, “chatarra” por su elevado contenido de carbohidratos, grasas y sal. Las encuestas de hogares en Venezuela señalan que entre 1 y 2, de las tres comidas, se efectúan fuera del hogar.

Coexiste sobrepeso, con malnutrición, paradoja generada por dos factores. Primero, el elevadísimo precio de las frutas y vegetales en Venezuela, cuando se las compara con los aceites, harinas y azúcar. La relación de precio es escandalosa: Con lo que cuesta un kilogramo de frutas u hortalizas, se pueden comprar cinco o seis de harina precocida de maíz, azúcar, pastas o pan y una buena cantidad de aceite y margarina. La decisión para los pobres es obvia, comprarán lo más barato, lo que más energía tenga por unidad monetaria. También existe ignorancia sobre las virtudes de consumir hortalizas y frutas, asociada a malos y tradicionales hábitos alimentarios. No existe una campaña oficial de impacto para inducir el consumo de frutas y hortalizas, ni acciones formales para que estos productos lleguen a hogares o escuelas y la regulación de precios induce a la población de menores recursos a consumir más grasas y carbohidratos, alimentos dominantes en los Mercales y en la preocupación oficial sobre seguridad alimentaria.

En efecto, para el año 2003, la disponibilidad de calorías por día en Venezuela tuvo su peor registro en más de cuatro décadas, apenas 2.271, una cifra similar a la de varios países subsaharianos. El crecimiento del ingreso y las políticas sociales hicieron que esta cifra aumentara a 2.625 para el año 2006 (última cifra disponible). Pero ese aumento de 354 calorías se concentró en cereales (80), aceites (62), raíces y tubérculos (41), carnes (42) y azúcar (30), mientras que el consumo de frutas y hortalizas disminuyo, respectivamente en 23 y 7 calorías diarias.

La secta y el vergatario

La secta y el vergatario

Carlos Machado Allison

Mayo de 2009

Por un accidente electrónico recibí un documento que parece ser un informe confidencial de un observador extraterrestre que visitó nuestro país. Carece de fecha o firma, pero vamos a compartirlo.

De las naciones de éste interesante planeta, ésta parece bastante mal hecha y se han perpetuado carencias derivadas del diseño original, como instituciones débiles y muchas constituciones. A contrapelo de otras naciones cercanas y de las tendencias globales dominantes, que tratan de fortalecer la vida civil y la democracia, el poder está concentrado en un nuevo culto con un número reducido de sacerdotes. El mayorazgo de la secta, una nueva oligarquía, posee formación militar, visten del mismo color y han hecho votos de obediencia, más no de pobreza o castidad.

La gente es muy sumisa y el país tan raro, que pareciera que el tiempo se detuvo. Encontramos reminiscencias del reinado de Felipe II, cuando éste destituyó alcaldes y nombró virreyes concentrando en Madrid todo el poder, amén de emplear las prácticas de la inquisición como la destrucción de libros, el odio a los intelectuales y la persecución a todo disidente del credo oficial. Como en la España de Felipe II, que dependía de la plata y el oro que venía de sus colonias, aquí la fuente es sólo petróleo, la inflación es espantosa y la miseria útil y abundante, tanto que un acólito mayor aseveró que mantenerla era un modo de nutrir al régimen. Los campesinos carecen de propiedad y eliminaron las libertades sindicales. El consumo etílico es abundante y circulan muchos vehículos lujosos escoltados por guardianes pretorianos.

La secta cuenta con un líder carismático que modela, con bastante éxito, a sus seguidores, a través de una repetición monótona, agresiva y escatológica a través de todos los medios de comunicación. Exige obediencia ciega al dogma. Acosa a iglesias, partidos, ateneos, productores, artistas o profesores, de acuerdo con su estado de ánimo. La secta promueve la pobreza y le pide a sus seguidores entregar almas y bienes. Todo aquel que muestra discernimiento propio, es excluido y sometido al escarnio público o a una extraña justicia controlada por el líder. Fenómeno anacrónico explicado por Karl Popper el siglo pasado como resultado de la teoría conspirativa que conduce al totalitarismo con elementos paranoides, tribalismo, racismo y clasismo.

El líder ve atentados por todas partes, sustituye un enemigo por otro y en su ausencia, pues lo inventa. Para derrotar la disidencia, cosa que nunca logra del todo, somete a la población al terror del hampa, amedrenta a los ciudadanos con sus legiones, los despoja de sus propiedades o los arruina a través de multas o intervenciones armadas. La migración a otras latitudes es frecuente. La secta ya se apoderó de medios de comunicación, servicios básicos y distribución de alimentos. Ahora van por el sistema educativo, los seguros, las universidades, la edición de libros, el acceso a Internet y la comunicación interpersonal, esto último, a través de un adminículo, parecido a un teléfono celular, que él líder bautizó como “El vergatario” y ya es conocido en los países anglosajones como el “dickphone”. Este país, por ahora, no parece apto para vivir o invertir.