Miedo e indignación
Reconozco que tengo miedo ¿cómo no tenerlo? Lo comparto con millones, los amenazados cada día
CARLOS MACHADO ALLISON | EL UNIVERSAL
martes 21 de diciembre de 2010 12:00 AM
Es probable que muchos lectores estén hartos de escuchar, "yo protesto", "hay que acudir al TSJ", "debemos denunciar este atropello", "hay que hacer algo", "la oposición no tiene garra" y otras frases similares. Manuel Caballero, que honra le hizo a su apellido manteniendo sus principios, rectificando cuando lo estimó adecuado y escribiendo sin cesar, sólo pudo ser silenciado por la muerte. Prematura, porque a los 79 años aún tenía mucho que aportar a la historia de Venezuela, la transcurrida y la que aún no habíamos vivido. Don Manuel tuvo bien claro qué clase de gobierno, se dieron, por desgracia, los venezolanos hace más de una década. Utilizó calificativos, fuertes y precisos para describirlo y criticarlo. Algunos que nunca me atrevería a emplear, a pesar de compartirlos. Mi falta de atrevimiento no tiene nada que ver con lo que pienso, tiene que ver simple y llanamente con el miedo.
Amenazados
Reconozco que tengo miedo ¿Cómo no tenerlo? Lo comparto con millones, los amenazados cada día. Con profesores y estudiantes universitarios, con empleados y dueños de los medios de comunicación, con productores agrícolas, con ejecutivos que tienen éxito al margen del Gobierno, con los habitantes de los barrios, con propietarios de apartamentos y constructores de los mismos. Comparto el miedo con los que piensan que es más importante ser un individuo que apéndice de una comuna o integrante de una secta. Lo comparto con padres y abuelos que viven la incertidumbre de lo que ocurrirá con sus hijos y nietos bajo la barbarie que se va perfilando a través de ésta hemorragia de leyes, que violan la Constitución y los derechos humanos impiden la posibilidad de vivir en paz y crecer a través del trabajo honesto y constructivo.
Armados
¿Cómo no tener miedo frente a un déspota uniformado, rodeado de sumisos seguidores armados hasta los dientes? ¿Cómo no temer a la policía y a la justicia plegada a la voluntad de un solo hombre con la perversa habilidad de haber marcado su gestión con el encarcelamiento, la persecución o la confiscación de bienes para amedrentar a los venezolanos? Entre sus víctimas, policías, una juez, políticos, militares disidentes, dirigentes sindicales, estudiantes, periodistas, dueños de medios de comunicación, ejecutivos de las finanzas y habitantes de barrios. Son un mensaje a la sociedad de lo que es capaz de hacer si nos oponemos. Nos recuerdan cada día a los 20.000 empleados de Pdvsa, al destino de los millones que firmaron y aparecieron en la Lista y luego se les negó el derecho al trabajo. Con una nueva ley de universidades, otra de ciencia y tecnología, cambios en la de telecomunicaciones y las relativas a la propiedad, el Gobierno estrecha el cerco a la libertad y, naturalmente, tenemos miedo.
Con Manuel Caballero vamos a meternos el miedo en un bolsillo y seguir escribiendo porque este país no puede ser tan malo que prefiera el cañón de un rifle a la punta de un bolígrafo, o un uniforme a la sonrisa de un niño.
Amenazados
Reconozco que tengo miedo ¿Cómo no tenerlo? Lo comparto con millones, los amenazados cada día. Con profesores y estudiantes universitarios, con empleados y dueños de los medios de comunicación, con productores agrícolas, con ejecutivos que tienen éxito al margen del Gobierno, con los habitantes de los barrios, con propietarios de apartamentos y constructores de los mismos. Comparto el miedo con los que piensan que es más importante ser un individuo que apéndice de una comuna o integrante de una secta. Lo comparto con padres y abuelos que viven la incertidumbre de lo que ocurrirá con sus hijos y nietos bajo la barbarie que se va perfilando a través de ésta hemorragia de leyes, que violan la Constitución y los derechos humanos impiden la posibilidad de vivir en paz y crecer a través del trabajo honesto y constructivo.
Armados
¿Cómo no tener miedo frente a un déspota uniformado, rodeado de sumisos seguidores armados hasta los dientes? ¿Cómo no temer a la policía y a la justicia plegada a la voluntad de un solo hombre con la perversa habilidad de haber marcado su gestión con el encarcelamiento, la persecución o la confiscación de bienes para amedrentar a los venezolanos? Entre sus víctimas, policías, una juez, políticos, militares disidentes, dirigentes sindicales, estudiantes, periodistas, dueños de medios de comunicación, ejecutivos de las finanzas y habitantes de barrios. Son un mensaje a la sociedad de lo que es capaz de hacer si nos oponemos. Nos recuerdan cada día a los 20.000 empleados de Pdvsa, al destino de los millones que firmaron y aparecieron en la Lista y luego se les negó el derecho al trabajo. Con una nueva ley de universidades, otra de ciencia y tecnología, cambios en la de telecomunicaciones y las relativas a la propiedad, el Gobierno estrecha el cerco a la libertad y, naturalmente, tenemos miedo.
Con Manuel Caballero vamos a meternos el miedo en un bolsillo y seguir escribiendo porque este país no puede ser tan malo que prefiera el cañón de un rifle a la punta de un bolígrafo, o un uniforme a la sonrisa de un niño.