Para los egresados de la UCV
Serán funcionarios del ministerio los que decidirán qué proyectos se aprueban
CARLOS MACHADO ALLISON | EL UNIVERSAL
martes 1 de marzo de 2011 12:00 AM
Mensaje válido para todos los egresados de las universidades autónomas de Venezuela y también para quienes han sido sus proveedores, amigos, padres y empresas beneficiadas por contar entre sus empleados y directivos a exalumnos de nuestras principales casas de estudio. Vale también para aquellos que hoy ocupan, y no son pocos, altos cargos en el Gobierno.
Nuestras universidades autónomas viven mal momento. Acosadas en lo económico y en lo ideológico. Sus profesores, en especial aquellos que a tiempo completo o dedicación exclusiva no cuentan con más ingresos que su salario, se han empobrecido en forma dramática en los últimos cuatro años. También han envejecido y el presupuesto actual determina un congelamiento de cargos que no permite la captación de nuevos docentes e investigadores, tampoco la renovación de equipos, dotación de laboratorios y bibliotecas. Migran hacia el exterior muchos talentos jóvenes que no ven futuro en la docencia y en la investigación. Además, una de las últimas fechorías de la Asamblea saliente fue modificar la Ley de Ciencia y Tecnología para asegurarse que los aportes que percibían nuestras máximas casas de estudio a través del vínculo con las empresas, ahora vayan al fisco nacional.
Serán funcionarios del ministerio los que decidirán qué proyectos se aprueban, pero la ley los califica de entrada, serán aquellos inscritos en los planes del Gobierno. La calidad no importará, sólo la orientación ideológica.
Un país sin universidades autónomas, públicas o privadas, está condenado al atraso. Un país con profesores más preocupados por el precio del mercadito quincenal que del acontecer de la ciencia mundial, rodará cuesta abajo hacia la mediocridad. Un país donde la figura del docente es respetada, donde la obtención de maestrías y doctorados es algo importante, donde el egresado se lleva con orgullo un diploma a su casa, es un país con futuro.
En muchos países buena parte del financiamiento de las universidades procede de las donaciones que hacen sus egresados. Desde edificios hasta bancos en los jardines están etiquetados con sus donativos. Becas y cátedras, laboratorios "dotados" por empresas o individuos que en algún momento de sus vidas decidieron compartir con su Alma Mater los ingresos obtenidos gracias a su formación. De la UCV han egresado decenas de miles de profesionales en los últimos cincuenta años y, usted amigo lector y egresado de la UCV, no puede dejar la defensa de la institución exclusivamente en manos de los profesores, estudiantes, empleados u obreros activos en este momento. Recuerde, amigo egresado, antiguo alumno, que sin pago alguno recibió los beneficios de su educación, que desde su creación en el siglo XVIII, o desde sus estatutos republicanos en el XIX, han pasado muchos gobiernos, pero nuestra máxima casa de estudios sigue presente.
Contribuya a que siga allí, nunca arrodillada, venciendo sombras con la luz que emana de sus aulas. Vale para todas nuestras universidades.
Nuestras universidades autónomas viven mal momento. Acosadas en lo económico y en lo ideológico. Sus profesores, en especial aquellos que a tiempo completo o dedicación exclusiva no cuentan con más ingresos que su salario, se han empobrecido en forma dramática en los últimos cuatro años. También han envejecido y el presupuesto actual determina un congelamiento de cargos que no permite la captación de nuevos docentes e investigadores, tampoco la renovación de equipos, dotación de laboratorios y bibliotecas. Migran hacia el exterior muchos talentos jóvenes que no ven futuro en la docencia y en la investigación. Además, una de las últimas fechorías de la Asamblea saliente fue modificar la Ley de Ciencia y Tecnología para asegurarse que los aportes que percibían nuestras máximas casas de estudio a través del vínculo con las empresas, ahora vayan al fisco nacional.
Serán funcionarios del ministerio los que decidirán qué proyectos se aprueban, pero la ley los califica de entrada, serán aquellos inscritos en los planes del Gobierno. La calidad no importará, sólo la orientación ideológica.
Un país sin universidades autónomas, públicas o privadas, está condenado al atraso. Un país con profesores más preocupados por el precio del mercadito quincenal que del acontecer de la ciencia mundial, rodará cuesta abajo hacia la mediocridad. Un país donde la figura del docente es respetada, donde la obtención de maestrías y doctorados es algo importante, donde el egresado se lleva con orgullo un diploma a su casa, es un país con futuro.
En muchos países buena parte del financiamiento de las universidades procede de las donaciones que hacen sus egresados. Desde edificios hasta bancos en los jardines están etiquetados con sus donativos. Becas y cátedras, laboratorios "dotados" por empresas o individuos que en algún momento de sus vidas decidieron compartir con su Alma Mater los ingresos obtenidos gracias a su formación. De la UCV han egresado decenas de miles de profesionales en los últimos cincuenta años y, usted amigo lector y egresado de la UCV, no puede dejar la defensa de la institución exclusivamente en manos de los profesores, estudiantes, empleados u obreros activos en este momento. Recuerde, amigo egresado, antiguo alumno, que sin pago alguno recibió los beneficios de su educación, que desde su creación en el siglo XVIII, o desde sus estatutos republicanos en el XIX, han pasado muchos gobiernos, pero nuestra máxima casa de estudios sigue presente.
Contribuya a que siga allí, nunca arrodillada, venciendo sombras con la luz que emana de sus aulas. Vale para todas nuestras universidades.