No es fácil
Carlos Machado Allison
El Universal 9 de abril de 2013
Faltan pocos días para las elecciones y la gran mayoría ya ha decidido por quién va a votar. Muchos consignarán su voto animados por emociones, una minoría lo hará tomando en cuenta los balances lógicos de una u otra candidatura. Es lamentable, pero nuestros compatriotas, de nuevo en su mayoría, no están motivados por un pensamiento a largo plazo, disfrutan más del insulto o el chiste, que del discurso técnico de economistas, politólogos, sociólogos o historiadores.
Un candidato se encarama en la imagen de su predecesor, enaltecido como semidios, figura mítica, héroe capaz de emitir a través del éter efluvios fantásticos, expresarse como un ave, suerte de emulación del Espíritu Santo. Pancartas, camisetas, imágenes, cosas parecidas a templos y una masa fervorosa que votará por él. Casi tres lustros de populismo, ofertas, becas, ayudas, manos extendidas, inexistencia de leyes, autoridades, valores, trabajo y sacrificios. El clientelismo exacerbado a su máximo nivel, la corrupción, económica y moral, la compra de voluntades y la venta de esperanzas, pagando buenos dividendos. El candidato usa a discreción poderes públicos, recursos del Estado y hasta cuenta con bandas armadas capaces de amedrentar a mucha gente.
El otro trata de vencer a la mentira desnudando situaciones, alertando sobre la inseguridad, la inflación galopante, la escasez y otros males que golpean, física y económicamente a los venezolanos. Apunta a la recuperación, demanda que el elector piense en valores, medite sobre el mediano y largo plazo, sobre la educación y el futuro de los hijos. Eso lo entiende una parte importante de la clase media, obreros y empleados, en especial quienes tienen un trabajo regular y una aspiración de progreso. Lo entiende el emprendedor, los propietarios, agricultores, industriales, comerciantes formales, profesores, profesionales, constructores y quienes se desempeñan en el mundo formal de los servicios y la producción.
Le cuesta un mundo conseguir recursos, no tiene seguidores fanáticos – o son bien pocos – y debe decir cosas satisfactorias para 30 o más agrupaciones de electores. Su tarea es difícil, tiene que captar indecisos, estimular a los vagos sempiternos que no les gusta hacer cola para votar, y calarse a petulantes que condicionan su voto a que Capriles haga o diga lo que a él le parece importante. Además, atraer al diez o quince por ciento de quienes votaron por Chávez en la elección pasada.
El triunfador deberá enfrentar las deudas del Estado, controlar la inflación, reducir la escasez, generar empleo, atraer la inversión, crear nuevas empresas, reducir el gasto público, poner orden en el sistema judicial, las policías y cárceles del país, a la par de rescatar el sistema educativo y poner a la nación en sintonía con el resto de América Latina. Si no puede, en dos o tres años veremos un colapso de magnitud impredecible. Como dice Leopoldo Castillo, esto no es fácil porque alcanzar cosas buenas siempre demanda un esfuerzo.
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