Inflación y escasez de alimentos
Carlos Machado
Allison
1 de agosto de 2013
Una síntesis de éste
artículo fue publicado en El Universal a mediados de julio de 2013.
Un elevado porcentaje de la
población venezolana destina la mitad o más de sus ingresos a la comida
alcanzando en el estrato más pobre cerca del 60%. Para ellos es absolutamente
irrelevante para donde se va ir Snowden,
cuantas paradas hizo Evo de regreso a La
Paz o a quién nombraron embajador en Haití. La inflación en
alimentos si que les interesa, así
como la disponibilidad de harina de maíz,
aceite y papel sanitario. En los primeros seis meses del año el índice
inflacionario total ha crecido 21%,
pero el de los alimentos supera el 28%,
es decir que de mantenerse la tendencia actual el precio de los alimentos
aumentará 56% durante el año 2013. Pero ¿Cuántos venezolanos percibirán un
incremento salarial o de sus ingresos de 56% en éste año? Pues no serán muchos.
Además ese pronóstico de 56% de inflación es un promedio,
si usted es diabético, anciano, niño, o
quiere comer sano y balanceado, o
simplemente le da la gana darse algún gusto como comer pescado, ingerir algún producto elaborado importado y otros
alimentos que no están en la canasta básica,
entonces la inflación ya supera el 100%.
La inflación es el peor impuesto
que pagan los habitantes y es el resultado perverso de una mala administración.
Tiene varias causas, pero la más
importante es la fractura en la relación entre la demanda y la producción. En
Venezuela la demanda fue estimulada por un elevado gasto público y
endeudamiento interno y externo que aumentó el dinero circulante sin aumento en
la producción. En el caso de los alimentos la inflación es mayor porque la
producción ha disminuido demasiado. Tal cosa es percibida por el consumidor
tanto por el aumento de los precios,
como por la escasez continua o esporádica de algunos productos que, según el BCV,
se ubica cerca del 20%.
Hace una década Venezuela destinó
unos 1.500 millones de dólares en la importación de productos agropecuarios, el año pasado la factura fue de 8.100 millones de
acuerdo a las cifras oficiales. En esa factura destaca el crecimiento en la
importación de carne, arroz, azúcar,
aceite y alimentos para animales (maíz,
torta de soya). Hace cinco años la producción agropecuaria nacional se acercó a
19 millones de toneladas y en la actualidad no llega a 15 con el agravante que
en 5 años el número de personas ha aumentado en 2, 5
millones.
La caída en la producción fue
marcada por la nacionalización de Agroisleña importante proveedor de insumos
agrícolas, la captura de más de 3
millones de hectáreas por parte del gobierno,
el control de precios y las dificultades de acceso a las divisas para adquirir
maquinaria, semillas y otros
insumos. La intervención del gobierno sobre las tierras,
acompañada por discursos y tropas,
mostró que los derechos de propiedad podían ser borrados de un plumazo y parte
de la producción también. Ahora, a
fines de julio del 2013, un ministro
admite – con varios años de atraso – que no se aprovechó adecuadamente las
tierras confiscadas, pero que la
lucha contra el “latifundio” continuará. Otro funcionario de alto nivel señala, después que a la fuerza obligaron a los bancos a
destinar más dinero del necesario a la agricultura que es necesario investigar
que ocurrió. ¿Acaso ignora que no sólo con crédito aumenta la producción?
El interés por invertir desapareció, muchos productores decidieron prudente dedicarse a
otra actividad. Hace poco algunos funcionarios se dieron cuenta del tamaño de
la torta que se había fraguado e iniciaron negociaciones tardías para tratar de
elevar la producción. Pero lo que se destruyó por una década no se puede
enderezar en un año, así que el 2013
será, como el precedente, uno de escaso crecimiento en la producción agropecuaria
nacional. Sólo un vigoroso cambio de rumbo la podrá estimular.