El triunfador de las primarias
El Universal, 14 de febrero
Carlos Machado Allison
Triunfó la unidad y Enrique Capriles será el candidato. Tres millones acudieron a las urnas, el doble de lo esperado por algunos analistas. Como a todos los que participaron, le anima un pensamiento democrático, un ansia de cambio, un país libre. Ninguno de ellos hubiera ido a La Habana a pedir consejos y por ello no permitirá que miles de asesores extranjeros marquen el rumbo del desarrollo social, las finanzas, el comercio o la conducta de las fuerzas armadas. Todos lo han señalado, pugnarán por la inclusión, lucharán para reducir la inseguridad y la pobreza, abrirán espacios para que haya más empleos dignos y menos manos mendicantes. Respetarán los derechos humanos. Como todos se comprometieron a apoyar al ganador y a respetar el plan concertado para sacar al país de la ciénaga en la cual ha sido sumergido, entonces nos anima la esperanza.
Ninguno pretendió ser Zeus, Jehová, Mahoma o Jesucristo. Ninguno dijo que haría milagros ni que el país se enderezará con un soplo divino. Pienso que marcaron su campaña con formas diferentes de abordar los problemas, pero se parecen en lo esencial para hacer que el país cambie y progrese. Dije, en otro artículo, que la Mesa de la Unidad había hecho su trabajo y lo había hecho muy bien. Llegamos a las primarias sin heridas, disensos y ofensas. Ahora le corresponde a los partidos, grupos de electores y a los candidatos que no hayan sido favorecidos, sobrevivir como grupos o individuos a través de la preservación de la unidad. Guardar en el disco duro cualquier frustración y mertiolate si hay algún raspón en la rodilla, a luchar ahora por el triunfo del candidato unitario en octubre.
Para los no electos, se abren opciones futuras, espacios en el mundo político y social, en especial para los más jóvenes. A los de más experiencia, corresponde asesorar arrimando el hombro y generando ideas para alcanzar, en octubre, el éxito que cambie el rumbo del país. Todos, tomados de las manos y rodeando al candidato electo.
Deseo, como todos los electores del domingo, verlos cumpliéndole al país, entrega y colaboración plena en la gesta por venir. Ocho meses duros, preñados de obstáculos, plagados de ofertas, venta de esperanzas, calumnias, sobornos e insultos. Ya vimos las amenazas a los empleados públicos, la grosera violación a la Constitución y la ofensa a la dignidad de los militares, muy al estilo hitleriano, cuando proclamó que las fuerzas armadas eran todas chavistas. No hay límites para el contrincante, esa es su perversa ventaja. Nada fácil será el triunfo de la oposición unida, imposible si se separan y toman caminos divergentes. Nos jugamos un modelo de nación y una forma de vida, hay que escoger entre dos visiones distintas e irreconciliables en cada faceta del quehacer humano: educativo, económico, militar, sanitario, legal, laboral, científico, humanístico, agrícola o artístico, en lo ético, en lo que a la seguridad personal concierne, así como en las formas de relación entre los ciudadanos.
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