Carlos Machado Allison
3 julio de 2013
Hay que insistir porque hay gente que piensa que el paro de las universidades autónomas es sólo por un asunto salarial o presupuestario. No es así, estudiantes y profesores tienen bien claro que el gobierno tiene un proyecto para colocar a las universidades al servicio de una ideología. Para ello han ensayado varias estrategias, la primera fue un nuevo marco legal que intenta que las elecciones sean paritarias, un viejo anhelo que, cuando lo han logrado, han abatido el nivel de modo catastrófico y existen ejemplos vivos de ello en Nicaragua y Honduras. En el mundo existen varias formas de elegir rectores o decanos, y como en las Fuerzas Armadas, el clero o las empresas, eso no se hace por votación popular. ¿Se imaginan a los soldados eligiendo por votación a sus generales? o ¿al Papa mediante una suerte de plesbicito universal?. Pues no es posible, como tampoco lo es que el voto de un estudiante (y ellos lo entienden) decida si su profesor debe aprobar o no un examen doctoral. En las universidades el sistema de méritos es fundamental, cuenta más el conocimiento que la popularidad.
La autonomía universitaria nació como un principio básico para impedir que el caudillo de turno decidiera quién era la persona más idónea para ejecer el cargo de profesor, jefe de cátedra o departamento, Director, Decano o Rector. Con el tiempo se fue calificando el cargo y en la actualidad, y en buena parte del mundo, es necesario un postgrado para acceder a ciertos cargos y un doctorado, que implica unos 4 años más de estudios, para ocupar un cargo directivo. De igual modo para ascender a Coronel y luego a General se suele exigir uno o más cursos de Estado Mayor, antiguedad , es decir experiencia, y buenas credenciales en el servicio. Tampoco se llega a Obispo, Cardenal o Papa sin estudios adicionales y servicios distinguidos, más allá de aquellos realizados en el Seminario. Pues bien, como el partido de gobierno, por su estrechez ideológica no gana elecciones dentro de las universidades, la idea es rebajarlas y someterlas, silenciarlas para que no exista libertad de cátedra, de expresión y menos aún, diversidad de pensamiento. Históricamente todos los dictadores y caudillos han encontrado muy incómoda la libertad que emana de las casas de estudio. ¿Que la autonomía tiene defectos? Nadie lo niega, uno puede imaginar diversos sistemas para la administración académica y económica de las universidades, pero ninguno parecido al que quiere imponer el gobierno actual.
Todo esto viene empaquetado con los cambios en los textos de primaria y secundaria, con las imposiciones y controles a la educación privada, con las agresiones a los empresarios, con el amordazamiento de los medios de comunicación, con las limitaciones a la propiedad privada, al libre comercio y a la competencia. A darles título de médico a quién solo estudia tres años y aprende bastante marxismo, aunque no le hayan enseñado como tomarle la temperatura a un paciente y menos la diferencia entre diagnóstico y pronóstico. Sabían ustedes que las autoridades educativas consideran inconveniente que exista competencia entre los estudiantes, que no les gustan las Olimpiadas Matemáticas o las becas por mérito. Ellos piensan que todos deben ser iguales aunque no lo sean, en nuestro lenguaje eso se llama "nivelar por abajo" y hacer tal cosa paga dividendos electorales, pero no hace que el país progrese.
Las universidades, en todo el mundo, son sujetas a un escrutinio por parte de expertos (no a votación popular) y no todas obtienen la misma calificación. Compiten, o tratan de hacerlo cuando cuentan con los recursos, para atraer a los mejores profesores e investigadores, también tratan de captar a los estudiantes con mayor potencial y tener los empleados más eficientes para darle, al fin, calidad a la labor académica. Sin duda los recursos son importantes, hay que pagarle bien a quien tiene la mejor preparación y credenciales, es necesario dotar laboratorios y biblotecas, tener buenos salones y mejores jardines, cultivar y estimular el intelecto, las artes y todo aquello que contribuya a un proceso educativo de excelencia.
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