Sobre el calentamiento global o cambio climático se ha escrito mucho y se ha especulado aún más. El tema, por sus implicaciones geopolíticas y locales, se presta a interpretaciones particulares. Por ejemplo no ha faltado vocero gubernamental que ubique sobre los cambios climáticos la responsabilidad de fallas en los servicios, problemas de producción. Las acusaciones van y vienen de acuerdo a la diversidad de enfoques que permite este tema tan complejo. (Figura: EPA, 2009)
Pero veamos cual es la realidad haciendo el mejor esfuerzo por evitar los sesgos naturales en cualquier ser humano. Por años se ha desarrollado un debate central: Los cambios observados en el último siglo o en años recientes, ¿han sido producidos por la actividad humana o son fenómenos naturales inscritos en la dinámica climática del planeta?
La pregunta es relevante, el clima global cambia continuamente y lo ha hecho desde que existe el planeta. Glaciaciones, períodos con mayor o menor concentración de CO2, cambios en las corrientes marinas, en la forma y número de continentes, cambios en la actividad volcánica y así sucesivamente, han ocurrido y seguirán ocurriendo, al margen del impacto antropogénico. Por otra parte tampoco existen dudas sobre el impacto negativo de la actividad humana. Deforestación, desertificación, contaminación del agua, suelo y aire, alteraciones en lagos y litorales, extinción de elementos de la fauna y flora, así como muchas otras cosas, cuentan con estudios científicos que concluyen señalando a la actividad humana como responsable.
Tampoco hay dudas que en la misma medida en que aumenta la población y se desarrollan nuevas y más intensas formas de explotar los recursos o transformar las materias primas, aumenta la magnitud del impacto sobre la naturaleza.
Pero ¿qué sabemos a ciencia cierta sobre los cambios climáticos? Pues bastante y cada día más. Existen miles de investigadores y cientos de instituciones dedicadas a indagar sobre la dinámica del clima. Cada día surgen nuevos métodos que permiten indagar sobre el clima del pasado y el número de paleoclimatólogos crece mes tras mes ya que el tema está en agenda prioritaria de muchos países. También, en los últimos 30 años han surgido nuevas organizaciones internacionales dedicadas a recopilar y verificar la información que va emanando de los laboratorios, investigadores, satélites y estaciones que registran día tras día los cambios de los diversos componentes del clima.
Veamos entonces que cosas tienen una base firme y cuales son aún motivo de especulación. En primer lugar no hay duda que la temperatura promedio global está aumentando. El registro de los últimos 150 años muestra que en la segunda mitad del siglo XIX se registraron temperaturas por debajo del promedio, mientras que a lo largo del siglo XX las mismas han aumentado aproximadamente 0,5 grados centígrados.
¿Qué sabemos sobre los cambios sobre la tierra y sobre los océanos a lo largo del año? Es decir tomando en cuenta las oscilaciones derivadas de las estaciones. Pues el resultado es similar, las temperaturas han aumentado y el nivel promedio del mar aumenta. Por otra parte en ese siglo y medio se registró el mayor crecimiento de la población humana y también la revolución industrial alcanzó su mayor nivel.
Pero para señalar sin duda la existencia de una relación causa-efecto, es necesario indagar más sobre los cambios a lo largo de la historia del planeta. La EPA (Environmental Protection Agency, fuente de las láminas expuestas) ha recopilado datos de diverso origen sobre lo ocurrido en el último milenio y también se llega a la misma conclusión: han ocurrido oscilaciones, incluso lapsos con temperaturas muy bajas como la llamada “pequeña edad del hielo”, pero la temperatura de los últimos 50 años es la mayor del último milenio. Obviamente un milenio no es más que una fracción de segundo en la historia del planeta y algunos investigadores no admiten que la data de un milenio sea suficiente para llegar a conclusiones firmes. Pues bien, utilizando técnicas nuevas, contamos ahora con información bastante confiable sobre lo ocurrido sobre los últimos 650 mil años con la concentración de CO2 y más de 400 mil con la temperatura.
Lo primero que es evidente es que han ocurrido grandes oscilaciones en la concentración de CO2 y que las temperaturas han estado asociadas a esas concentraciones. Los investigadores siguen avanzando hacia el pasado, pero estas cifras ya hacen necesario tomar muy, pero muy en serio lo que está ocurriendo en el planeta. Aunque futuras investigaciones muestren lo contrario, no es posible tomar a la ligera lo conocido y sentarnos con los brazos cruzados sin hacer algo al respecto. La amenaza parece real y la relación entre aumento de la temperatura e incremento en la concentración de CO2 ha dejado de ser motivo de debate: hay evidencias.
El principal papel de la ciencia es predecir. En la lámina se muestran modelos generados por instituciones serias. Aquí hay terreno para el debate, ¿aumentará en 5 grados o en dos la temperatura para el año 2100? Mucho más dramático será el impacto de 5 grados, pero el de 2 grados también dibuja un panorama de desastres de diversa naturaleza. Bajo cualquier escenario el panorama genera preocupaciones bien fundadas y las predicciones apuntan hacia cambios profundos en el patrón actual del clima en cada continente o región.
Entonces es necesario tomar medidas y lograr acuerdos entre todos los países para reducir las emisiones de CO2 y a la par, aumentar las llamadas “trampas de CO2” que son fundamentalmente los árboles.
Las emisiones de CO2 per capita son mayores en unas zonas y países que en otras. Pero donde en el pasado habían sido menores, como es el caso de las grandes economías emergentes, ahora son mayores como ocurre en China, India, Indonesia, Brasil y México.
Países que no sólo cuentan con una elevada población y una extensa agricultura, sino que en los últimos 30 años también se han estado industrializando en forma acelerada.
También, como se ilustra en la figura, las cuencas han sido intervenidas en forma diversa. Más en el hemisferio norte que en el sur, más cerca de las costas que en el interior. Casi siempre más donde hay más gente.
También comienzan a surgir mediciones confiables sobre los cambios en el nivel del mar y la tendencia general es hacia el incremento. Sin embargo en éste tema aún hay dudas ya que hay muchos factores, además de la temperatura, que afectan el nivel (corrientes, elevación o hundimiento de los litorales, etc.). Sobre este aspecto, por su enorme importancia debido a que una proporción elevada de la humanidad vive en las costas o cerca de ellas, se ha especulado mucho en el cine y la televisión. No son pocas las películas o programas que nos dibujan cataclismos terribles, pero la realidad es que no hay suficiente información para efectuar predicciones razonables. Pero otras cosas muy graves están ocurriendo en los mares y entre ellas el cambio en el pH, como el indicado en la figura correspondiente (Raven y colaboradores, 2005).
Esos cambios pueden impedir la formación de conchas o afectar el desarrollo de los corales al impedir la fijación de la aragonita. El impacto sobre la flora y fauna marina sería muy grave.
Para concluir sobre la evidencia es necesario señalar que no hay ninguna que indique cambios en las grandes tormentas y muy poca sobre la precipitación, temas sobre los que muchos investigadores trabajan en la actualidad. Existe cierta evidencia de una disminución ligera en las lluvias tropicales a partir de 1970. Es lamentable señalar que buena parte de la información paleoclimática y de otra índole procede del hemisferio norte y menos conocimiento se ha acumulado en los trópicos.
Pero ¿qué sabemos a ciencia cierta sobre los cambios climáticos? Pues bastante y cada día más. Existen miles de investigadores y cientos de instituciones dedicadas a indagar sobre la dinámica del clima. Cada día surgen nuevos métodos que permiten indagar sobre el clima del pasado y el número de paleoclimatólogos crece mes tras mes ya que el tema está en agenda prioritaria de muchos países. También, en los últimos 30 años han surgido nuevas organizaciones internacionales dedicadas a recopilar y verificar la información que va emanando de los laboratorios, investigadores, satélites y estaciones que registran día tras día los cambios de los diversos componentes del clima.
Veamos entonces que cosas tienen una base firme y cuales son aún motivo de especulación. En primer lugar no hay duda que la temperatura promedio global está aumentando. El registro de los últimos 150 años muestra que en la segunda mitad del siglo XIX se registraron temperaturas por debajo del promedio, mientras que a lo largo del siglo XX las mismas han aumentado aproximadamente 0,5 grados centígrados.
¿Qué sabemos sobre los cambios sobre la tierra y sobre los océanos a lo largo del año? Es decir tomando en cuenta las oscilaciones derivadas de las estaciones. Pues el resultado es similar, las temperaturas han aumentado y el nivel promedio del mar aumenta. Por otra parte en ese siglo y medio se registró el mayor crecimiento de la población humana y también la revolución industrial alcanzó su mayor nivel.
Pero para señalar sin duda la existencia de una relación causa-efecto, es necesario indagar más sobre los cambios a lo largo de la historia del planeta. La EPA (Environmental Protection Agency, fuente de las láminas expuestas) ha recopilado datos de diverso origen sobre lo ocurrido en el último milenio y también se llega a la misma conclusión: han ocurrido oscilaciones, incluso lapsos con temperaturas muy bajas como la llamada “pequeña edad del hielo”, pero la temperatura de los últimos 50 años es la mayor del último milenio. Obviamente un milenio no es más que una fracción de segundo en la historia del planeta y algunos investigadores no admiten que la data de un milenio sea suficiente para llegar a conclusiones firmes. Pues bien, utilizando técnicas nuevas, contamos ahora con información bastante confiable sobre lo ocurrido sobre los últimos 650 mil años con la concentración de CO2 y más de 400 mil con la temperatura.
Lo primero que es evidente es que han ocurrido grandes oscilaciones en la concentración de CO2 y que las temperaturas han estado asociadas a esas concentraciones. Los investigadores siguen avanzando hacia el pasado, pero estas cifras ya hacen necesario tomar muy, pero muy en serio lo que está ocurriendo en el planeta. Aunque futuras investigaciones muestren lo contrario, no es posible tomar a la ligera lo conocido y sentarnos con los brazos cruzados sin hacer algo al respecto. La amenaza parece real y la relación entre aumento de la temperatura e incremento en la concentración de CO2 ha dejado de ser motivo de debate: hay evidencias.
El principal papel de la ciencia es predecir. En la lámina se muestran modelos generados por instituciones serias. Aquí hay terreno para el debate, ¿aumentará en 5 grados o en dos la temperatura para el año 2100? Mucho más dramático será el impacto de 5 grados, pero el de 2 grados también dibuja un panorama de desastres de diversa naturaleza. Bajo cualquier escenario el panorama genera preocupaciones bien fundadas y las predicciones apuntan hacia cambios profundos en el patrón actual del clima en cada continente o región.
Entonces es necesario tomar medidas y lograr acuerdos entre todos los países para reducir las emisiones de CO2 y a la par, aumentar las llamadas “trampas de CO2” que son fundamentalmente los árboles.
Las emisiones de CO2 per capita son mayores en unas zonas y países que en otras. Pero donde en el pasado habían sido menores, como es el caso de las grandes economías emergentes, ahora son mayores como ocurre en China, India, Indonesia, Brasil y México.
Países que no sólo cuentan con una elevada población y una extensa agricultura, sino que en los últimos 30 años también se han estado industrializando en forma acelerada.
También, como se ilustra en la figura, las cuencas han sido intervenidas en forma diversa. Más en el hemisferio norte que en el sur, más cerca de las costas que en el interior. Casi siempre más donde hay más gente.
También comienzan a surgir mediciones confiables sobre los cambios en el nivel del mar y la tendencia general es hacia el incremento. Sin embargo en éste tema aún hay dudas ya que hay muchos factores, además de la temperatura, que afectan el nivel (corrientes, elevación o hundimiento de los litorales, etc.). Sobre este aspecto, por su enorme importancia debido a que una proporción elevada de la humanidad vive en las costas o cerca de ellas, se ha especulado mucho en el cine y la televisión. No son pocas las películas o programas que nos dibujan cataclismos terribles, pero la realidad es que no hay suficiente información para efectuar predicciones razonables. Pero otras cosas muy graves están ocurriendo en los mares y entre ellas el cambio en el pH, como el indicado en la figura correspondiente (Raven y colaboradores, 2005).
Esos cambios pueden impedir la formación de conchas o afectar el desarrollo de los corales al impedir la fijación de la aragonita. El impacto sobre la flora y fauna marina sería muy grave.
Para concluir sobre la evidencia es necesario señalar que no hay ninguna que indique cambios en las grandes tormentas y muy poca sobre la precipitación, temas sobre los que muchos investigadores trabajan en la actualidad. Existe cierta evidencia de una disminución ligera en las lluvias tropicales a partir de 1970. Es lamentable señalar que buena parte de la información paleoclimática y de otra índole procede del hemisferio norte y menos conocimiento se ha acumulado en los trópicos.