lunes, 6 de julio de 2009

El guayoyo y los chinos

El guayoyo (*) y los chinos

Carlos Machado Allison

Junio de 2009, Diario El Uuniversal

¿Qué tiene que ver el café con los chinos? Pues vamos a explicarnos: en los próximos meses tendremos, una vez más, desabastecimiento de café. Hace dos años nuestro gobierno explicó el desabastecimiento por las dificultades para adquirir alimentos en el mercado internacional debido a que los chinos, indios, brasileros, mexicanos e indonesios estaban comiendo más y mejor debido a que sus respectivos países progresaban. Pues resultó que aunque es cierto que todos ellos están comiendo mejor, los elevados precios estaban asociados al petróleo y cuando éste de desplomó arrastró también a los commodities, es decir maíz, arroz, leche en polvo, trigo y algunos otros. Pero esto no ocurrió con el café cuyo precio internacional es algo así como 100 dólares por quintal más elevado que el establecido por la regulación de precios vigente.

También ocurre que, por varias razones, climáticas, carencia de mano de obra y malas inversiones del gobierno (que gastó buena plata para incentivar la producción de café, pero como de costumbre apuntó mal) la producción reciente no es tan buena como la de otros años, será entre 20 y 30% inferior. Además el precio del café molido y tostado también está regulado lo que genera discordias entre los productores primarios y la industria, por la simple razón de que nuestros gobernantes no entienden como es ese negocio. Entre otras consecuencias tenemos ya un descenso en la calidad del café bien perceptible por el consumidor. “Ya nuestro café no tiene el aroma al que estábamos acostumbrados” es una frase frecuente entre los que apreciaban nuestro otrora excelente café de sombra y altitud. Pronto además de carne, importaremos también café.

China también viene al caso por el contraste entre las políticas de dos gobiernos socialistas. El nuestro galopa frenético hacia la China de Mao, aquella de hambrunas, extrema pobreza y feroz persecución contra disidentes; aquella de granjas colectivas, agroindustrias y sistemas de distribución gubernamentales con 1.086 productos regulados. La actual, ya por tres décadas consecutivas, practica un socialismo con reglas del mercado y estimula la inversión, tanto propia como foránea en la producción, procesamiento, distribución y exportación de productos del agro. Para el 2006 sólo quedaban 33 productos regulados y entre 1980 y 2006 el producto agrícola se multiplicó por diez. La producción agroindustrial de China se distribuye así: propiedad colectiva 3,6%, estatal 10,9% y privada 83,6% (Yang y Li, 2008: Revista Agroalimentaria, número 27). Si aún quedan agroindustrias colectivas y estatales es porque la liberalización en China se ha venido haciendo poco a poco.

El socialismo o comunismo chino del siglo XXI no considera que los intelectuales sean una plaga y mucho menos un azote, como nuestro flamante canciller describió a los invitados de CEDICE y jamás le pasará por la mente al primer mandatario chino atropellar públicamente a los jefes de las cortes o a los fiscales o montar un show mediático para ridiculizar a quienes tienen un pensamiento progresista, de avanzada y liberal, que en sus raíces se parece bastante más al de Bolívar, que a la bizarras ideas de quienes en su nombre, son enemigos acérrimos de la iniciativa personal, la propiedad privada y desde luego de la libertad de expresión.

(*) Guayoyo es una forma popular de preparación del café en Venezuela

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