La secta y el vergatario
Carlos Machado Allison
Mayo de 2009
Por un accidente electrónico recibí un documento que parece ser un informe confidencial de un observador extraterrestre que visitó nuestro país. Carece de fecha o firma, pero vamos a compartirlo.
De las naciones de éste interesante planeta, ésta parece bastante mal hecha y se han perpetuado carencias derivadas del diseño original, como instituciones débiles y muchas constituciones. A contrapelo de otras naciones cercanas y de las tendencias globales dominantes, que tratan de fortalecer la vida civil y la democracia, el poder está concentrado en un nuevo culto con un número reducido de sacerdotes. El mayorazgo de la secta, una nueva oligarquía, posee formación militar, visten del mismo color y han hecho votos de obediencia, más no de pobreza o castidad.
La gente es muy sumisa y el país tan raro, que pareciera que el tiempo se detuvo. Encontramos reminiscencias del reinado de Felipe II, cuando éste destituyó alcaldes y nombró virreyes concentrando en Madrid todo el poder, amén de emplear las prácticas de la inquisición como la destrucción de libros, el odio a los intelectuales y la persecución a todo disidente del credo oficial. Como en la España de Felipe II, que dependía de la plata y el oro que venía de sus colonias, aquí la fuente es sólo petróleo, la inflación es espantosa y la miseria útil y abundante, tanto que un acólito mayor aseveró que mantenerla era un modo de nutrir al régimen. Los campesinos carecen de propiedad y eliminaron las libertades sindicales. El consumo etílico es abundante y circulan muchos vehículos lujosos escoltados por guardianes pretorianos.
La secta cuenta con un líder carismático que modela, con bastante éxito, a sus seguidores, a través de una repetición monótona, agresiva y escatológica a través de todos los medios de comunicación. Exige obediencia ciega al dogma. Acosa a iglesias, partidos, ateneos, productores, artistas o profesores, de acuerdo con su estado de ánimo. La secta promueve la pobreza y le pide a sus seguidores entregar almas y bienes. Todo aquel que muestra discernimiento propio, es excluido y sometido al escarnio público o a una extraña justicia controlada por el líder. Fenómeno anacrónico explicado por Karl Popper el siglo pasado como resultado de la teoría conspirativa que conduce al totalitarismo con elementos paranoides, tribalismo, racismo y clasismo.
El líder ve atentados por todas partes, sustituye un enemigo por otro y en su ausencia, pues lo inventa. Para derrotar la disidencia, cosa que nunca logra del todo, somete a la población al terror del hampa, amedrenta a los ciudadanos con sus legiones, los despoja de sus propiedades o los arruina a través de multas o intervenciones armadas. La migración a otras latitudes es frecuente. La secta ya se apoderó de medios de comunicación, servicios básicos y distribución de alimentos. Ahora van por el sistema educativo, los seguros, las universidades, la edición de libros, el acceso a Internet y la comunicación interpersonal, esto último, a través de un adminículo, parecido a un teléfono celular, que él líder bautizó como “El vergatario” y ya es conocido en los países anglosajones como el “dickphone”. Este país, por ahora, no parece apto para vivir o invertir.
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